Ginkgos en el Bosque, una galería que se tiñe con ocres y amarillos

En el camino que conecta la avenida Iraola con el acceso al Museo se luce por estos días un espectáculo natural

Está al alcance de todos, y es una de las experiencias más estimulantes en materia paisajística que nos puede deparar la temporada otoño/invierno platense. Recorrer el camino que conecta la avenida Iraola con el acceso al Museo de Ciencias Naturales, en el Bosque, permite disfrutar de una paleta única de tonalidades amarillas, verdes y ocres, expuesta en una galería natural merced a la impactante presencia de numerosos gingkos biloba.

En las postrimerías del otoño, cuando casi todos los demás árboles se han desprendido de sus hojas, la milenaria especie que en el imaginario popular remite inexorablemente a su Lejano Oriente de origen conserva buena parte de su follaje; al mismo tiempo, genera una alfombra con sus pequeñas hojas.

Caducifolio, el Ginkgo no acompaña en la pérdida del follaje a la mayoría de sus pares; su copa se mantiene vital aun cuando arrecian los primeros fríos polares. En eso consiste, en parte, su distinción. También se cifra en su leyenda: en 1945, cuando la bomba atómica destruyó la ciudad japonesa de Hiroshima aniquilando todo organismo viviente en kilómetros y kilómetros a la redonda, fue el único sobreviviente a la matanza. Desde entonces, en el país nipón se transformó en objeto de veneración y se lo apoda “portador de esperanza”.

En tiempos de podas salvajes, que eliminan las copas de árboles longevos y condenan a los barrios -e incluso a no pocas plazas y parques- a permanecer varios años sin sombra, la permanencia de este “túnel amarillo” que lleva hacia la escalinata del Museo -con sus emblemáticos tigres “dientes de sable”- y el hemiciclo con los bustos de los “Cinco Sabios” -Alejandro Korn, Florentino Ameghino, Juan Vucetich, Almafuerte y Carlos Spegazzini- crece en singularidad.

Originario de China, único miembro de su clase, puede alcanzar una existencia de mil años. También posee propiedades medicinales, y está presente en distintos productos que ofrecen los comercios naturistas. Sus extractos se utilizan como antioxidantes, y para combatir el stress, los problemas de circulación y la falta de memoria.

El Ginkgo biloba es uno de los pocos árboles que quedó en pie en las cercanías de la explosión, después de la bomba atómica de Hiroshima.

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