Una foto que no muestra todo

La foto de la movilización de ayer no muestra, en toda su extensión, el reclamo ciudadano por la inseguridad y la impunidad. La movilización no tuvo la fuerza ni la masividad que han tenido, en otros contextos, marchas con reclamos similares. Aquellas que convocó y lideró Juan Carlos Blumberg, por caso, fueron muchísimo más nutridas. Las razones podrían ser varias, entre ellas que esta vez no había un hecho conmocionante y “en carne viva” como fue aquel crimen de Axel. Las víctimas que convocaban fueron todas protagonistas de hechos trágicos, impactantes y dolorosos, pero ya lejanos en la memoria colectiva.

Lo cierto es que el “tamaño” de la movilización no tiene un directo correlato con la dimensión que alcanza la angustia ciudadana por el drama de la inseguridad. Basta prestar atención a cualquier conversación familiar y cotidiana para confirmar que la inseguridad atraviesa a toda la sociedad y genera un clima de temor, de impotencia y de hartazgo que no afloja en ninguna medición de preocupaciones sociales.

Por supuesto que las marchas son un síntoma importante. Pero la “foto completa” nunca está en las movilizaciones, que pueden convocar a más o menos gente sin que el resultado numérico aporte certezas definitivas.

Lo de ayer fue, en definitiva, un nuevo llamado de atención, un nuevo grito, un nuevo reflector puesto sobre una innegable demanda social.

Desde hace décadas la Argentina sufre el agobio de la inseguridad. Los problemas que explican ese flagelo son complejos y multifacéticos. Pero lejos de atenuarse, se han agravado.

En un contexto distinto, con una fuerza convocante que se convirtió en fenómeno social, aquellas marchas de Blumberg reclamaban -en definitiva- lo mismo que se reclama hoy: vivir en paz.

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