Se necesita una visión más comprensiva de los derechos de las mujeres

El histórico paro y la movilización de miles de mujeres de nuestro país en protesta contra los femicidios y las otras diversas expresiones de violencia de género sirvieron, sin duda, para fortalecer una visión cultural más amplia y comprensiva sobre los derechos de las mujeres, a partir de la cual podrán cobrar mayor vigencia aquellas acciones que se impulsen para hacer frente a este flagelo mundial que avergüenza a la humanidad.

Como bien se sabe, las columnas de mujeres marcharon anteayer a Plaza de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires, pero también lo hicieron en otros puntos del país. A su vez, se concretó el paro de una hora, en lo que resultó ser la primera medida de fuerza realizada en el país en reclamo contra la violencia de género.

Tal como se informó, tanto esa medida de fuerza como la marcha fueron acompañadas por una serie de acciones para concientizar a la población acerca del aumento de femicidios, entre las que figuraron el denominado ruidazo, mujeres vestidas de negro y fotos de perfil alusivas en las cuentas de redes sociales de Internet con las leyendas #NiUnaMenos, “Vivas nos queremos” y #MiércolesNegro. La convocatoria fue realizada por más de 50 organizaciones sociales y de defensa de los derechos humanos y de género, entre ellas el colectivo #NiUnaMenos, tras la violación, tortura y asesinato de la adolescente marplatense Lucía Pérez, perpetrado el 8 de octubre pasado.

Al margen de volver a valorar la importancia de estas multitudinarias manifestaciones, sigue estando en claro para todos que nuestra sociedad debiera revisar algunos preconceptos culturales existentes, como el que pretende relativizar la violencia de género, para considerarla como una expresión más de una violencia generalizada. Las pruebas, los estudios realizados y las estadísticas acumuladas desestiman en forma categórica esa hipótesis.

Además, tal como lo señaló recientemente la OMS, a pesar de una mayor atención mundial, los niveles de violencia - que incluyen la infligida por la pareja, la violación, la mutilación genital femenina, el tráfico y los matrimonios forzados - siguen siendo inaceptablemente altos, con graves consecuencias para la salud física y mental de las víctimas.

Los sociólogos mencionan las dificultades que muchas mujeres tienen para denunciar los malos tratos, algo que explica que las estadísticas, por ese mismo motivo, sean parciales o incompletas. Pero también se conoce que los delitos sexuales, y puntualmente las violaciones, han crecido en forma alarmante.

Si bien es cierto que se han concretado importantes avances en algunos planos institucionales respecto a la violencia de género, con la creación, por caso, de dependencias específicas para el tratamiento de ese tema, persiste como prioritaria la necesidad de aunar esfuerzos, ya que se trata de un problema que debe ser enfrentado desde distintos frentes. Y para ello, es fundamental la coordinación entre la Justicia, la Policía y las áreas de salud y acción social.

Como se ha dicho, es de esperar, entonces, que se asienten criterios y convicciones en la población, más comprometidos con la necesidad de resguardar los derechos de las mujeres, acentuándose las campañas destinadas a crear conciencia y a concretar programas y planes de acción más decididos en la búsqueda de erradicar un drama infamante para la condición humana.

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