La economía de México, en vilo por la nueva gestión en Washington

El flujo de inversión extranjera directa en México podría caer cuatro veces en 2017 y en lugar de recibir 20.000 millones de dólares pasar a 5.000 millones debido a la política del futuro presidente de EE UU, Donald Trump. La dramática advertencia fue formulada por expertos del grupo Bursamétrica, formado por asesores financieros, quienes pronosticaron que en especial en el primer trimestre del año próximo se espera una “salida importante” de capitales.

Pero los especialistas no son los únicos que temen ese panorama negro, ya que el vaticinio es compartido por el propio ministro de Finanzas, Antonio Meade, quien dijo que “ante la volatilidad de los mercados la incertidumbre (sobre las inversiones) existe”. Meade agregó que frente a ese riesgo se buscará aplicar políticas para mantener los capitales en el país y para eso “estamos buscando, dentro de los espacios que ofrecen las reformas, anclar procesos de inversión”.

Entre los “imanes” con los que se pretende retener a los capitales que planean fugarse figura el plan de negocios de la petrolera gubernamental PEMEX, la red compartida de telecomunicaciones y el proyecto de un nuevo aeropuerto para la capital. Estos planes “no están sujetos a un entorno de incertidumbre y nos ayudarán a movernos hacia adelante”, afirmó el funcionario.

Trump ha prometido renegociar o cancelar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA, por sus siglas en inglés), en vigencia desde hace 22 años, que ha permitido expandir el intercambio comercial entre ambos países más de tres veces, hasta llegar a 550.000 millones de dólares. Sin embargo, el magnate considera que el acuerdo fue negociado en forma “desventajosa” para EE UU y por esa razón se han mudado plantas manufactureras de su país a México aprovechando la “mano de obra barata”.

El titular del Banco Central de México, Agustín Carstens, que dejará su cargo el año próximo, aseguró que la intención de Trump, de cambiar los términos del NAFTA, genera “incertidumbre” y eso condiciona ciertos proyectos de inversión. Sin embargo señaló que la anunciada renegociación no tendría un impacto tan grande “si se llega a una solución aceptable” entre EE UU, Canadá y México, los países que lo firmaron en 1993.

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