Regresó a su casa el policía de Ranchos baleado en la triple fuga

Fernando Pengsawath estuvo al filo de la muerte. Su compañera todavía sigue internada

Fernando Pengsawath, el policía de 23 años que fue baleado el 31 de diciembre pasado en una ruta de Ranchos, dejó ayer la clínica en la que pasó 75 días internado. El y su compañera Lucrecia Yudati fueron atacados a tiros durante la fuga de los hermanos Cristian y Martín Lanatta y su cómplice Víctor Schilacci, y aunque su estado fue crítico, Fernando peleó y vivió para contarla.

A la salida de la clínica Fitz Roy de Villa Crespo, decenas de personas lo recibieron ayer a la tarde con aplausos, abrazos y cartelitos con frases, firmas y los mejores deseos.

El joven policía estuvo al borde de la muerte durante casi un mes, tras lo cual comenzó una lenta recuperación que seguirá por varios meses más.

“Estoy vivo por milagro”, dijo. Y no exagera. Pengsawath recibió dos tiros de escopeta en el abdomen y un balazo de una pistola en una pierna. En este tiempo que pasó internado, tuvieron que operarlo 30 veces.

sin piedad

El ataque sucedió en la madrugada del 31 de diciembre pasado, cuando junto con Yudati habían montado un retén policial para control de vehículos sobre la ruta provincial 30, a tres kilómetros de Ranchos, en la salida del pueblo hacia Chascomús.

Ya estaban por irse cuando le hicieron señas a una camioneta para que frenara en la banquina. Los ocupantes del vehículo acataron la señal, pero en cuanto los policías quisieron acercarse los tres ocupantes bajaron y dos de ellos dispararon a mansalva contra Pengsawath y Yudati.

Los policías no tuvieron tiempo de nada; ni siquiera de desenfundar. Retrocedieron y, heridos, saltaron a un zanjón de casi dos metros para buscar refugio. Allí escucharon cómo la camioneta se alejaba a toda velocidad.

“Estoy contento de estar vivo. Entré un 90% muerto al hospital”, dijo Fernando, que recordó lo que ocurrió aquella noche. “Bajaron el vidrio, mostraron la escopeta y dijeron ‘vamos a darle’. Creo que lo hicieron por maldad. No hacía falta bajar de esa manera y empezar a tirar”, relató.

“Realmente pensé que me moría”, insistió Pengsawath, y recordó que consiguió llegar hasta el patrullero para pedir ayuda por el apoyo que le daba su compañera, también herida.

“Yo no me podía parar, por eso intenté motivarlo a él para que se levante y pueda pedir ayuda”, completó la chica.

Yudati deberá seguir internada todavía un tiempo más (hablan de dos meses), ya que una bala le atravesó las dos piernas a la altura del tobillo y tiene el pie izquierdo muy comprometido. “Tengo paciencia y trato de mantener el buen humor”, contó la chica, sin pasar por alto que “mucha gente me visita todos los días y nunca me dejan sola”.

Fernando prometió ir a verla a diario. Y la madre de ella dijo de él que era “otro hijo”. Aunque no lo digan con palabras, se los ve como hermanos.

Los Lanatta y Schilacci, están condenados por el llamado triple crimen de General Rodríguez, vinculado al contrabando de efedrina.

Habían escapado de la cárcel de General Alvear, balearon a los policías de Ranchos en su huida, según entiende la Justicia, y días más tarde fueron recapturados en un pueblo de Santa Fe.

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