Crece el malestar por los robos a médicos residentes del San Martín
| 21 de Marzo de 2016 | 01:55

Las cuatro veces que robaron en la sala de residentes de Clínica del hospital San Martín en los últimos meses, los intrusos sabían que a esa hora no iban a encontrarse con ningún médico. Y además, consiguieron acceder ahí sin problemas, a pesar de que se trata de un lugar difícil de ubicar para quien no conoce las instalaciones. Las sospechas de los profesionales no recaen sobre nadie puntual, pero todo alimenta la suspicacia. Si a eso se le suman los episodios violentos que sufrieron ellos o sus compañeros, todo termina por generar más malestar.
Los casos se registraron en el pabellón Rossi de ese centro asistencial, en el recinto especialmente destinado para los profesionales más jóvenes.
Entre las partes antiguas y las nuevas, ubicar ese sector se torna complicado, por los distintos vericuetos que caracterizan la arquitectura del Policlínico.
Luego de subir varios pisos por escalera, los ladrones “primero quisieron desamurar la puerta” de entrada a ese lugar, contó Virginia, una de las médicas que trabajan allí. Como no pudieron hacerlo, “usaron una herramienta para abrir la cerradura”, sostuvo la doctora.
Los residentes de los primeros años suelen cubrir más de una guardia semanal y pasan muchas horas dentro de sus lugares de trabajo. O sea, que “viven” en los hospitales.
Por eso dejan en sus habitaciones todas sus pertenencias: billeteras, celulares, plata, documentos y llaves. Un poco de todo eso es lo que a los ladrones les interesó llevarse en cada robo.
La última vez, lo sufrieron varios profesionales, a quienes les abrieron y revisaron los bolsos y mochilas. En algunos casos, aunque estaban guardados en lockers.
Por el contrario, lo que los ladrones dejaron abandonadas fueron las computadoras (“porque son viejas y difíciles de llevar sin que se note”, explicaron algunas médicas de ese sector) y otros elementos más complicados de transportar.
El horario en el que pasó todo, el mediodía del sábado, tampoco fue casual. Era una franja en la que los residentes estaban almorzando. “Sabían todo o tenían a alguien que les hacía de campana”, especuló Mariana, otra de las doctoras.
Cuando el hurto se descubrió, se tomaron algunas medidas paliativas: la puerta que violentaron se reforzó con un pequeño pasador. Y se destinó a un guardia a vigilar solamente ese acceso. “La custodia duró un rato”, lanzó Mariana. Ayer a la tarde, su silla ya lucía desocupada.
EN LA MIRA
Diciembre, agosto y junio de 2015 fueron los otros meses en los que hubo otros antecedentes similares. Siempre, los delincuentes se metieron cuando estuvieron seguros de que ningún médico los iba a descubrir. Otra coincidencia fue que los intrusos sólo se interesaron por la plata, los celulares y otros elementos pequeños, fáciles de esconder.
Un ejemplo paradigmático fue una de las médicas que el viernes pasado había obtenido su nuevo documento luego de que se lo sustrajeran una de esas veces. “Al otro día se lo volvieron a robar”, destacó Virginia.
El ambiente laboral en el que los residentes se desempeñan es endeble. No sólo por estos robos sino también por la violencia o el maltrato que varios sufrieron por parte de familiares de muchos pacientes. Así y todo, los profesionales siguen firmes en su lugar.
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