Un llamado desde lo social para cambiar al mundo
| 29 de Marzo de 2016 | 02:32

Por RAFAEL VELAZQUEZ (*)
Sin lugar a dudas ha comenzado una nueva etapa en la Argentina, no es un juicio de valor, simplemente es un hecho producto de la dinámica del sistema democrático y los posicionamientos globales, quedando de manifiesto con la reciente visita del presidente de EE UU Barack Obama.
La sociedad civil argentina será un protagonista fundamental en la construcción de la nueva agenda de desarrollo de valor, humano y económico, en el mas amplio aspecto de la palabra. La Argentina posee un capital social extraordinario, teniendo en cuenta sus variables de educación, capacidad de resiliencia, de adaptación a las situaciones, su raíz multicultural, y sobre todo por su sentido de la solidaridad, que la hace más rica como sociedad de cara al futuro, construyendo mirando al otro.
Las sociedades modernas, sobre todo en el mundo occidental reconocen claramente tres sectores, el Estado , el sector privado y la sociedad civil, el crecimiento y desarrollo de los países en general y de la Argentina en particular no está exento de esa distribución, por eso su balance y coordinación determina el mayor o menor éxito de esa sociedad, interpretando este como la mayor capacidad de generar inclusión social.
DESENCUENTROS
La Argentina tiene experiencia en los desencuentros, en los errores históricos, donde el costo ha sido pagado por buena parte de la comunidad, a veces con costos de hambre, atraso y decepción y los peores con sangre, horror y muerte.
Es responsabilidad de todos como ciudadanos, empoderar ese termino y reconocernos como hacedores de la realidad nacional y también local. Estamos llamados a cambiar el mundo, pero antes tenemos que responsabilizarnos de nuestras comunidades cercanas, de nuestras ciudades, con humildad, pero con firmeza y compromiso. Desde lo local a lo global y viceversa.
En este sentido, el desafió es concentrar las energías y saberes de cada uno, para no repetir errores del pasado germinal de nuestro país, encontrarnos y dar lo mejor de cada ciudadano, de cada organización, aquí parece oportuno mencionar el principio de subsidiaridad, termino enraizado en la Doctrina Social de la Iglesia, también plasmado en el Tratado de Maastricht en 1992, piedra basal de la Unión Europea, por el cual, se entiende que el objetivo básico del Estado es el bien común, debe permitirse y ayudar a los grupos o asociaciones a que aporten al desarrollo general con su crecimiento, empoderar a la nación y sus comunidades.
Las organizaciones civiles en la Argentina, ocupan un rol determinante en la vida cotidiana, educan, curan, investigan, financian a emprendedores, promueven el deporte, administran programas de beneficio publico y a veces con mayores resultados y mas eficientemente que el mismo Estado, a sabiendas que este jamas debe, ni puede ser remplazado en su rol.
La provincia de Buenos Aires cuenta, con 44.000 ong’s y la ciudad de La Plata con casi 1.600, lo que demuestra su valioso capital social.
CAMINO AL DESARROLLO
Reconocer este sector social es allanar el camino hacia el desarrollo, bajo la coordinación y la debida regulación del Estado, contando con el crecimiento ético del sector privado, entre los tres se podrá aportar al bien común, que no es otra cosa que permitir a cada familia auto valerse, en la esperanza de la superación generación tras generación.
La clave es impedir la superposición de roles entre los sectores, permitiendo a los idóneos, sean personas u organizaciones hacerse cargo de problemas y brindar soluciones de manera mas rápida y eficiente, con la centralidad de la persona humana como guía podremos crecer con desarrollo, equidad y oportunidades para todos los ciudadanos y personas de buena voluntad.
(*) Director Ejecutivo de la Fundación Pro Humanae Vitae
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