Ponen la lupa sobre jefes policiales a partir del subteniente “millonario”
| 6 de Marzo de 2016 | 02:16

En el Gobierno bonaerense están seguros de que el policía detenido por el asalto en la casa del intendente Julio Garro, es sólo un engranaje de un sistema mucho más complejo y más amplio.
Fuentes oficiales reconocen que Patricio Masana no podría haber llegado a manejar semejante poder adquisitivo sin un “padrinazgo” fuerte dentro de la Policía y sin formar parte de un “negocio grande”. Concretamente, creen que Masana no es un suboficial que se se había cortado solo. Y que lo que ha quedado en evidencia con su detención, obliga a poner bajo la lupa a algunos de sus superiores.
En el Gobierno provincial creen que, tarde o temprano, la investigación judicial se va a desdoblar. Por un lado quedará el asalto a la familia de Garro y la presunta participación de Masana. En esa línea, se buscará determinar si el robo tuvo además la finalidad de transmitir un mensaje mafioso y, en ese caso, quiénes más podrían estar involucrados en esa maniobra.
Por otro lado, se investigará el patrimonio de Masana y su supuesta vinculación con negocios de narcotráfico o con eventuales defraudaciones con fondos policiales.
El nivel de vida de Masana -que quedó expuesto a partir de su presunta conexión con el asalto en la casa de Garro- lo obliga, automáticamente, a dar explicaciones. Y pone en una situación al menos incómoda a sus jefes, quienes también deberán explicar si no lo habían advertido y, en ese caso, por qué no habían dado aviso a Asuntos Internos.
Los datos conocidos conducen, inevitablemente, a una sospecha. ¿Cómo un policía de calle, que cobraba un sueldo del orden de los 18 mil pesos, podía alquilar una casa imponente en uno de los countries más caros de la Región, donde sólo de expensas se pagan entre 6 y 7 mil pesos mensuales?
¿A nadie le había llamado la atención en la comisaría Primera que Masana viviera en el Grand Bell y anduviera en una camioneta Mercedes Benz?
En las últimas horas han trascendido otros datos llamativos, aunque no tan obvios como los mencionados antes. Se investigaría, por ejemplo, una presunta vinculación de Masana con el crecimiento de la actividad comercial de una mujer con la que, aparentemente, mantenía una relación afectiva.
Conocidos del policía ahora detenido le atribuyen haber dicho, por ejemplo, que tendría propiedades en Miami y que en estos días iba a viajar a Barcelona por “cuestiones de negocios”. Si así fuera, serían otros indicios de un despliegue llamativo por el que Masana enfrentaría otra investigación penal.
El ministerio de Seguridad hasta ahora no ha tomado ninguna otra medida que no sea la exoneración del propio Masana y el encargo a Asuntos Internos para que investigue los datos conocidos.
Sin embargo, en ámbitos oficiales no descartan que el caso pueda derivar en pedidos de explicaciones al jefe de la Departamental La Plata, Darío Camerini, y al comisario de la Primera, Marcelo Cifuentes.
Fuentes judiciales, por su parte, creen que las pruebas incautadas en la casa del Grand Bell que alquilaba Masana podrían llevar a abrir otras investigaciones que podrían comprometer a otros miembros de la Bonaerense. En la casa -hay que recordar- secuestraron armas, dinero, documentación y una importante cantidad de pastillas de éxtasis.
El despliegue que hacía Masana ha convencido a investigadores judiciales de que gozaba de un “paraguas de impunidad” y contaba con una protección fuerte dentro de la Policía.
Como se sabe, Masana se negó a declarar ante la fiscal (ver pág. 4). Su situación procesal es delicada y los investigadores no descartan que en los próximos días pida hacer una declaración. En ese caso, podrían empezar a despejarse algunos interrogantes que por ahora rodean a este caso.
En el Gobierno creen que Masana puede ser la punta de un ovillo que habrá que desarmar. Mientras tanto, los autores materiales del asalto a Garro no aparecen.
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