Paro cuerpo a cuerpo

Activistas gremiales que arman un “cordón” para impedir el acceso a una escuela. Padres que, en otro colegio, montan una guardia en la puerta para garantizar que adentro les puedan dar clases a sus hijos. Son imágenes inauditas de una realidad que, sin bien involucra a muy pocas escuelas (porque el paro de auxiliares docentes sólo tiene adhesión en un puñado de colegios), afecta a miles de alumnos y genera una situación insólita.

El violento comportamiento de algunos presuntos delegados gremiales, que impiden trabajar a auxiliares que lo quieren hacer y bloquean el acceso de trabajadores de limpieza contratados con aval de un Juez, se contrapone con el compromiso de padres que, esta vez, han decidido “poner el cuerpo” (sin que sea una metáfora) para que sus hijos puedan tener clases.

El paro de un grupo de auxiliares docentes ya lleva varias semanas. Ha obligado a cerrar algunas escuelas por falta de higiene y mantenimiento. Es evaluado como una “medida patoteril” que parece responder más la búsqueda de notoriedad de algún dirigente sindical que a la expresión de una legítima demanda gremial. Los padres perciben que hay algo desproporcionado y un interés “extraño”. Por eso esta vez, como nunca antes, ponen el cuerpo para que abran las escuelas.

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