Se acerca el impeachment y nuevas deserciones complican a Rousseff
| 14 de Abril de 2016 | 02:40

BRASILIA.- La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, prometió ayer que “luchará hasta el último minuto” para impedir un proceso con miras a su destitución, pero la sangría en su base de apoyo no cesa y compromete cada vez más su situación. “Sé que los brasileños están de mi lado y que venceremos esta batalla”, declaró Rousseff en alusión al proceso de votación que comenzará mañana viernes en la Cámara de Diputados y definirá si el trámite para un juicio político (impeachment) llega al Senado, que tendrá la palabra final sobre el asunto.
Para que el proceso llegue a esa instancia, la oposición necesita una mayoría calificada de 342 votos de los 513 posibles en la Cámara de Diputados, que en caso contrario archivará la causa. Rousseff participó en un acto público y dio a entender que el Gobierno tiene los 172 votos necesarios para impedir esa mayoría o que al menos los promotores del juicio no llegarán al número clave de 342.
PROCESO DE VOTACION
El proceso de votación durará tres días y concluirá el domingo, por lo que Rousseff aseguró que “la próxima semana”, una vez “pasada esta página”, convocará a “un diálogo nacional con todos los sectores políticos, los empresarios, los trabajadores y todos aquellos que quieren un Brasil mejor”. La convicción de Rousseff fue refrendada por el ministro de la Secretaría de Gobierno, Ricardo Berzoini, quien declaró que “se está trabajando muy duro en la recta final y hablando con cada uno de los diputados”, a fin de impedir que se plieguen a la oposición.
Sin embargo, las cosas parecen cada vez más difíciles para el Gobierno, que ayer volvió a perder apoyos entre su propia base, que se fue achicando a medida que se acerca la votación en el pleno de la Cámara Baja. El Partido Social Democrático (PSD), que lidera el ministro de Ciudades, Gilberto Kassab, anunció que la mayoría de sus diputados está a favor de la posible destitución de Rousseff.
Así lo reconoció el jefe del grupo de esa formación en la Cámara Baja, Rogério Rosso. Aunque no aclaró si el partido respetará la decisión de esa mayoría, Rosso dio a entender que lo más probable es que se libere a cada uno de los 38 diputados del PSD para que vote de acuerdo con “su propio pensamiento”. Según calcula la prensa brasileña, al menos 31 de los 38 diputados del PSD podría inclinarse por respaldar el proceso contra Rousseff y sumarse a los cerca de 300 votos que la oposición ya cree tener asegurados.
El martes, Rousseff fue abandonada por el Partido Progresista (PP), que tiene la cuarta minoría en la Cámara de Diputados y se decantó también por votar a favor de que responda a un juicio con miras a su destitución.
El PP, con 49 diputados, siguió el camino trazado por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), primera minoría con 68 bancas y que ya se apartó del Gobierno. La segunda minoría es del Partido de los Trabajadores (PT), de Rousseff, que suma 58 diputados, pero la tercera es del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con 50, lo que significa que de las cuatro grandes fuerzas en la Cámara Baja la mandataria sólo cuenta con una.
Antes, ya habían abandonado el Gobierno los partidos Republicano Brasileño (PRB) y el Laborista Brasileño (PTB), que en conjunto suman 40 diputados. El vocero del PTB, Wilson Filho, explicó que tras una reunión, 15 de los 19 diputados de esa fuerza se dijeron favorables a darle luz verde al proceso de impeachment en el plenario de la Cámara baja. Pero aún cuando algunos diputados de esas formaciones voten a favor de Rousseff, esos partidos engrosarán las fuerzas que impulsan el juicio contra la mandataria en Diputados.
Si los promotores del proceso se imponen en esa instancia, los 81 miembros del Senado decidirán, por mayoría simple, si efectivamente será iniciado el juicio político. En ese caso, Rousseff sería separada del cargo durante los 180 días que tendrá el Senado para realizar el juicio y en ese período la reemplazaría el vicepresidente Michel Temer, del PMDB, primero en la línea sucesoria y también bajo amenaza de un juicio político.
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