Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Opinión |ENTRE EL CARTONERO Y LOS BOLSOS DE LA ROSADITA

Los Báez, otra vez en medio del ring

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA (*)

3 de Abril de 2016 | 02:38

Mail: afcastab@gmail.com

Al destino le gusta jugar con las simetrías, dijo Borges. Y cada tanto, la realidad lo confirma. A veces un mismo apellido puede colorear historias con signos parecidos y jugadores desparejos.

El cartonero Rafael Crisanto Báez fue quien aseguró haber visto cómo el difunto ex campeón mundial de boxeo Carlos Monzón asesinó el 14 de febrero de 1988 en una casona de Mar del Plata a la modelo Alicia Muñiz. “Yo vi cuando la golpeó y la agarró y se la puso al hombro como una bolsa de papas y la tiró por el balcón”, les contó a los jueces. Báez declaró que esa madrugada “cirujeaba” por el barrio La Florida, que se escondió detrás de una ligustrina y que se quedó allí, mirando todo, hasta el final.

Ahora, su tocayo, Lázaro Báez, desde otros ventanales con vista privilegiada, se asoma a una pelea de incierto desenlace. Las bolsas que hoy arrastran no son de papa. El puré de su fortuna tiene más picante. Aquel testimonio del cartonero terminó mandando a la cárcel a Monzón y fue precursor del extendido debate sobre la violencia de género. Pero lo que pueda aportar el Báez de hoy también puede ser decisivo y condenatorio.

Lázaro, acostumbrado a otros golpes y otros repartos, es ahora un boxeador aturdido en medio de una contienda donde está en juego un futuro, una corona y una recompensa millonaria. En la prosapia de los Báez estos dos personajes adquieren una relevancia extra porque se trenzaron con pesos pesados de sus épocas. El cartonero consiguió aquella noche un protagonismo que la vida le había negado. Parecía imposible que un vagabundo terminara mandando a la cárcel a un campeonísimo. Pero hasta las dinastías más inalcanzables pueden trastabillar por culpa de un mandadero. El cartonero entonces con sus dichos ganó una fama tan efímera como definitoria. Y hasta largó un libro con un título que fue otro cross al mentón de un púgil que del banquito pasó al banquillo: “Yo derroté a Monzón”.

Y hoy Lorenzo, un cajero gris de Rio Gallegos devenido en rey de caminos y sociedades, cirujea entre causas y recuerdos. Está en el medio del cuadrilátero, acorralado, pero con noticias embarazosas que puede complicar a sus amigos del ring side. Nadie lo espera en el rincón para darle alivio y ánimo. Y pasó del cinturón de campeón a ser el puching ball de los arrepentidos.

El cartonero aquel respondió con firmeza a la batería de preguntas que entonces le formularon el celoso tribunal marplatense y el abogado defensor. Una y otra vez repitió su relato: “la tiró desde el balcón”. Y hoy, el patagónico Lorenzo, tiene que enfrentarse a un apellido campeón que también sabe de balcones. Su arriesgado contraataque es como un precalentamiento antes de la gran pelea. Por ahora es Alicia Kirchner la depositaria de sus primeros rencores en el match de semifondo. Pero la lista de desafiantes puede ir en aumento. Siente que lo dejaron solo, que la plata no alcanza y las sospechas sobran. Y empezó a poner a prueba su poder de fuego con una gobernadora fuera de estado que por ahora se defiende, bailotea y esquiva.

Rafael después de su minuto de fama volvió al cirujeo y a las ligustrinas. Pero aquel testimonio sirvió para decidir la suerte del poderoso acusado. Con Lorenzo, el porvenir es más incierto. Está en el primer round y ya recibió algunas piñas. La figura de la mujer golpeada también suele aparecer en esos entresueños llenos de abogados. Sabe que lo espera otro tribunal celoso que le va preguntar sobre manager, premios y moretones. Su aporte acaso sirva para darle un poco de verdad a la nebulosa de estos días. El botín que está en juego es cuantioso. Las bolsas millonarias de Monzón eran monedas al lado de las que arrastraban en el gimnasio de La Rosadita.

“Es la pura y santa verdad”, aseguró Rafael Báez tras relatar a los jueces marplatenses lo que había curioseado esa madrugada. ¿Se animará Lorenzo a decir “la pura y santa verdad”? Hoy, la verdad no aparece. Y las puras y santas, tampoco ¿Contará todo lo que pudo ver detrás de la ligustrina?

 

(*) Periodista y crítico de cine

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE a esta promo especial
Multimedia
+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Full Promocional mensual

$670/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $6280

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme

Básico Promocional mensual

$515/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $4065

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme
Ver todos los planes Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional mensual
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$515.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $4065.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla