Mirando la intimidad de un asesino

El género del “true crime” copa las pantallas con historias de asesinos y policías corruptos. ¿Por qué no podemos dejar de mirarlas?

El crimen: todos nos posicionamos en su contra, declaramos en debates entre amigos lo nefasto de la inseguridad, pero ante cada caso criminal que estremece al país, no podemos dejar de mirar. Como si se tratara de un avión estrellado.

Por supuesto, la industria del cine no tardó en aprovechar este “morbo” del telespectador promedio y de la noche a la mañana las series del género del “crimen verdadero” (“true crime” en inglés) poblaron las pantallas.

Anoche, por ejemplo, terminó “American Crime Story”, el unitario que transmite FX que en cada temporada buscará retratar un nuevo caso criminal de resonancia en la memoria colectiva estadounidense. Para su primera entrega, la serie tackleó el juicio a OJ Simpson, condecorado deportista acusado de matar a su mujer y su amante.

La serie creada por Ryan Murphy (el cerebro detrás de “American Horror Story” y “Glee”) atrapa inmediatamente por su historia, a pesar de sus fallas (particularmente, el maquillaje de John Travolta: distrae, subraya la ficción). Y, camino a asegurarse varias nominaciones a los Emmy, prepara ya su segunda temporada, donde retratará los crímenes que envolvieron al desastre del Huracán Katrina.

El género tiene su génesis en la famosa obra de Truman Capote, “A sangre fría”, una tradición que continuaron en el cine documental Errol Morris y su indispensable “La delgada línea azul”, pero no es hasta este siglo que no despegó. Y muchos atribuyen su nuevo auge al éxito de “Serial”, un podcast (programa transmitido por internet) en el que su creadora Sarah Koenig repasa en formato de radioteatro historias reales de crimen en forma episódica. Su primera temporada fue tan importante que llevó a reabrir el caso del asesinato de un estudiante de secundaria.

Desde la primera temporada de serial, han proliferado las ficciones del género “true crime” como “The Lost Honour of Christopher Jeffries” (de los británicos ITV) o la mismísima “Fargo” (DirecTV), cuyas dos temporadas dicen estar basadas en historias reales aunque, en realidad, se trata de creativas reimaginaciones de eventos dispersos.

Y el auge también llegó a Argentina: “Mujeres argentinas” sirvió como precursora de la tendencia, que suma dos revisiones de la historia del Clan Puccio (“El Clan”, premiada en el exterior, e “Historia de un clan”, de Telefé, vendida al exterior). Los mismos creadores preparan ahora una película sobre Robledo Puch, el Angel de la Muerte.

DOCUMENTALES

Pero donde más brilla el género es bajo la forma documental. El cine documental estalló en el último tiempo gracias a las facilidades de producción que ofrece, la exposición que le brindan pantallas como Netflix y HBO y el interés de un público saturado de ficciones. Y se unió al retrato de los crímenes verdaderos con la excepcional “The Jinx”, que retrata los crímenes del multimillonario Robert Durst, quien termina confesando accidentalmente al final de la serie.

Netflix buscó rivalizar con “The Jinx” y puso al aire “Making a murderer”, serial que llevó a largos debates sobre la culpabilidad o inocencia de Steven Avery. Los dos principales ganadores de cada entrega de Emmys siguen rivalizando en el campo del crimen verdadero: HBO produjo una premiada serie de filmes documentales, “Paradise Lost”, cuya última entrega fue incluso nominada a un Oscar; Netflix lanzará a fin de mes “Team Foxcatcher”, que mediante videos caseros de la época examinará el asesinato del millonario John Du Pont a su protegido, el campeón mundial de lucha Dave Schultz (ya retratado en “Foxcatcher”).

Y la tendencia continuará: FX prepara para este año “Trust”, dirigida por el oscarizado Danny Boyle sobre el secuestro del hijo de un magnate del petróleo; mientras que HBO buscará retratar el asesinato que una chica de 12 años realizó en nombre de un terrorífico meme de internet que se volvió viral.

American Crime Story
Errol Morris
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