Fabiana Molina es una mamá que manda a sus hijos de 9 y 10 años a la escuela primaria 37. Se dice “conforme con el regreso de los aplazos”. Afirma que está de acuerdo con la medida, porque las calificaciones más severas permiten “que el que sabe lo demuestre, y el que no, estudie más para la próxima”. Sandra Storino es capacitadora de educadores y opina todo lo contrario: piensa que “es un retroceso y un golpe duro, porque no todos los chicos tienen los mismos tiempos de aprendizaje ni las mismas demandas y la escuela es la que les tiene que garantizar, a todos, las oportunidades”. María Montiel es directora de la primaria número 36, de Gonnet e invita a desdramatizar la vuelta de los aplazos: “que exista esa posibilidad no quiere decir que el docente va a salir a aplazar. El 1, el 2 y el 3 son notas que se usan muy poco”.
La vuelta de los aplazos dividió opiniones durante los últimos días en el ámbito escolar y a la polémica se sumaron desde funcionarios hasta padres. La medida se enmarca en una decisión del Consejo General de Educación Bonaerense, que resultó de una votación muy pareja (4 votos a favor y 3 en contra ) y que también estableció otros cambios al régimen académico de educación primaria, como la implementación de una nueva prueba anónima en tercer año y cambios en la capacitación docente.
Los cambios instalaron también un interrogante en torno a la recurrencia de las transformaciones en el sistema educativo, que determinan que cuando padres, alumnos y docentes se acostumbran a una modalidad, ésta es reemplazada por otra. Tampoco existe consenso entre los especialistas en los efectos que esta dinámica puede tener en el aprendizaje.
El régimen que eliminaba los aplazos para calificar a los alumnos del ciclo superior estaba vigente desde hacía un año y medio, había generado una fuerte polémica y buscaba respetar los tiempos de aprendizaje de cada alumno, poniendo por delante la trayectoria educativa de cada chico a su desempeño en una prueba. Según indica la directora de educación primaria, Mónica Dillon, la decisión de este cambio surgió de un relevamiento que se hizo entre los docentes, del que se desprendió que el sistema sin aplazos generaba dificultades.
“En el caso de las libretas de trayectoria, que sólo llegaron a implementarse como experiencia piloto en algunas escuelas, planteban problemas a los docentes, que tenían que escribir largos informes sobre el desempeño de los chicos en cada área. Esto traía grandes dificultades, sobre todo para los profesores de materias especiales como Educación Fisica o Educación Artística, que se manejan con grandes cantidades de alumnos y se sentían desbordados. La liberta de trayectoria demostró no ser operativa. Algo similar sucedía con la escala de calificación, que al no ser convencional generaba problemas para entenderla, tanto a los docentes como a las familias. Con estas modificaciones creemos que va a mejorar la comunicación entre docentes y padres”.
La medida fue cuestionada, entre otros, por Néstor Carasa, representante de Suteba en el Consejo General de Educación, quien consideró que se tomó a partir de una consulta “que, en realidad, no abarcó ni al 10% de la comunidad educativa provincial”.
“No es la metodología de calificación lo que va a mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Si creen que la calidad educativa se refleja en calificaciones, estamos ante una mirada muy sesgada y muy pobre”, consideró el gremialista,
Mientras, tanto el debate hizo cruzar opiniones a funcionarios y expertos. A favor se alinearon aquellos que consideran que la vuelta de los aplazos y las evaluaciones anónimas aportan claridad al sistema, ayudarán contra el problema de la sobre edad en las aulas y permitirán que los chicos aprendan más. Los críticos de los cambios destacan que la vuelta de los aplazos no contempla la situación de los chicos más vulnerables, que requieren otros tiempos de aprendizaje y ponen el acento en que ni esa medida, ni la de poner más evaluaciones anónimas resuelven los problemas de fondo del sistema educativo
La polémica también alcanzó al día a día de docentes y padres en las escuelas de la región,
“Me parece excelente que vuelva la vieja educación, para que el chico se esfuerce, estudie y sepa dónde está. Pero también es cierto que si vuelven los aplazos los docentes van a tener que estar mejor preparados”, opino Marcela Báez, mamá de dos chicos de 9 y 11 años.
Para Viviana Guerra, maestra de la escuela 108 de Ignacio Correas, “los críticos del aplazo dicen que estigmatiza, pero es una herramienta para llamar la atención y a mi juicio también es un estímulo. Cuando se aplaza a un chico, lo primero que dice es “uy, voy a tener que ponerme a estudiar”. Y el aplazo también llama la atención del padre sobre la existencia de un problema. De otra manera, con un cuatro, como era antes, la reacción es tibia”.
María Montiel, directora de escuela número 36 de Gonnet, piensa que “este tema que es tan polémico en la calle no resulta igual en el día a día de las escuelas. El docente lo toma con naturalidad y sabe que los aplazos son notas que se usan poco y que se manejan con mucho cuidado”.
En tanto, para Liliana Villarreal, directora de la Escuela Primaria número 108 de Ignacio Correas, “creo que para tener una buena educación no hay que detenerse tanto en el tema del aplazo, sino trabajar para el sobresaliente”.
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