Injustificable reiteración de robos en perjuicio de los escolares de nuestra ciudad

Desde hace mucho tiempo se reiteran en la Región robos a menores de edad, en especial por parte de pequeñas bandas que los asaltan en plazas, paseos y, también, en inmediaciones de las escuelas, en una situación totalmente injustificable que obliga a las autoridades a impulsar todas aquellas acciones que puedan resultar eficaces para neutralizar esta peligrosa modalidad delictiva.

Esta situación se ha vuelto lamentablemente habitual para los alumnos del Colegio Nacional que, entre resignados y asustados, se preguntan en forma cotidiana a quiénes de ellos les podrá tocar alguno de los frecuentes asaltos que, jornada tras jornada, se registran en calles aledañas al colegio. Las autoridades del establecimiento dijeron conocer el problema; afirmaron que es motivo de una fuerte preocupación y advirtieron que han formalizado ya diversas gestiones y solicitudes para que se garantice presencia policial en los horarios de salida, tanto del turno mañana como el de la tarde.

Sin embargo, según el testimonio de padres y alumnos, no se pudo comprobar la presencia de efectivos -ni de la Bonaerense ni de la Policía local- que custodien y vigilen las inmediaciones del colegio, a pesar de las denuncias reiteradas por el accionar de grupos delictivos que los propios alumnos ya tienen identificados. Sólo se cuenta, indicaron, con los integrantes de la guardia edilicia de la Universidad, pero no alcanzarían dicen en el colegio, al que asisten 1.714 alumnos y cuenta con cerca de 400 docentes.

Las fuentes destacaron que la metodología delictiva se reitera, en forma casi idéntica. Las víctimas son abordadas por jóvenes que les exigen la entrega del celular, la computadora, la campera o las zapatillas. En la mayoría de los casos, lo que buscan cualquier dispositivo tecnológico. Se sospecha que las bandas podrían ser un engranaje de una organización dedicada a la reventa de celulares robados.

Hasta ahora, según se aseguró, no existen constancias de que algún escolar haya sido lastimado o herido durante los asaltos. Los delincuentes no exhiben armas y se limitan a intimidar a las víctimas para que les entreguen lo que les exigen. Pero lo cierto es que el riesgo reside y podría potenciarse a partir de una eventual reacción de las víctimas.

Como en otros temas relacionados a la inseguridad resulta llamativo el hecho de que los chicos conozcan a las bandas que los acosan mientras que la Policía no hace absolutamente nada para reprimirlas. Es lo mismo que se comenta en las reuniones que se suceden en los barrios: en muchos casos los vecinos le indican a la Policía dónde pueden estar los responsables de los robos, pero los delincuentes siguen actuando.

Los casos del Colegio Nacional y de otros establecimientos en los que ocurren episodios similares colocan bajo la lupa, nuevamente, el rol y el escaso aporte que presta la Policía local, de reciente creación. Se supone que ese cuerpo fue creado con la convicción de que -aprovechándose de su natural cercanía a los problemas barriales y de la más directa relación con los vecinos- alcanzaría una mayor efectividad para combatir este tipo de delitos. Sin embargo, lo que ocurre con los alumnos del Colegio Nacional demuestra que la nueva fuerza debiera revisar a fondo su funcionamiento y ofrecerle una prestación más útil a la sociedad.

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