Todo estaba listo para pasarla bien, pero llegaron los disparos
| 14 de Junio de 2016 | 02:58

Jon Alamo estaba listo para pasar un buen rato. El empleado de un local de ropa, de 22 años, llegó al club Pulse en Orlando a las 22.30 del sábado. Estaba totalmente vestido en la gama de los azules, desde su camisa de botones adornada con palmeras hasta sus mocasines. “Definitivamente iba a ser una noche grandiosa”, pensó Alamo.
Al igual que los jóvenes en boliches de todo el mundo, Alamo se reunió con algunos amigos y luego se fueron sumando más. El bailaba en el salón principal de Pulse, donde las personas se movían al ritmo de música salsa. Luego, Alamo se movió a otro de los salones del Pulse, a uno de ambiente hip-hop. Recuerda estar bailando al ritmo de “Work” de Rihanna, una de sus canciones favoritas. Se supone que sólo iba a ser una noche de baile y tragos, de verse bien y festejar hasta el amanecer. Era noche latina en el Pulse, uno de los principales clubes gay en Orlando. “Sólo quería disfrutar la noche bailando”, recuerda Alamo.
Unas tres horas después de llegar, comenzaron los disparos. Vecinos de los condominios Delaney Court que están junto al boliche Pulse escucharon los tiros alrededor de las 2:03 de la madrugada. Marlon Massey estaba viendo la película “Creed” cuando escuchó “¡pop, pop, pop!”.
Un policía de Orlando que trabajaba en su tiempo libre en el club también sintió los disparos y vio a Omar Mateen afuera del club nocturno. El agresor le disparó al oficial y otros dos agentes llegaron rápidamente a auxiliarlo. Mateen portaba armas de grueso calibre: la policía dijo que traía un fusil de asalto AR-15, una pistola y un dispositivo explosivo. Sin inmutarse, Mateen volvió a entrar al club. Los que estaban dentro no sabían si lo que acababan de escuchar era parte del sonido ambiente.
“Todos se estaban tirando al suelo, pensé que era parte de la música hasta que vi fuego saliendo de su arma”, relató Rose Feba al diario Orlando Sentinel.
UNA TRISTE DESPEDIDA
Mina Justice estaba profundamente dormida cuando recibió el primer mensaje de texto de su hijo, Eddie Justice, encargado del boliche: “Mamá, te amo”. Eran las 2:06 a.m. “Están disparando en el club”. A las 2:09 a.m., el Pulse publicó un mensaje en su página de Facebook: “Todos huyan de Pulse y sigan corriendo”.
La joven Brand White y su primo estaban bailando en el salón principal cuando él le gritó a ella “¡B, es un tipo con una bomba!”. Y antes de darse cuenta, White recibió un disparo en el hombro.
Se supone que sólo iba a ser una noche de baile y tragos, de verse bien y festejar hasta el amanecer. Era noche latina en el Pulse, uno de los principales clubes gay en Orlando
“De repente todo era como un trueno, ruidoso y todo se volvió negro”, escribió el domingo White en un mensaje enviado por Facebook a un periodista de la agencia Associated Press desde el hospital. Ella no recuerda haberse ido del club, pero sí se acuerda de estar toda cubierta de sangre. Al menos hasta el domingo no se sabía nada de su primo.
La policía informó que al menos una decena de personas se refugiaron en un baño. A las 2:39 a.m., Eddie Justice, uno de los fallecidos, le envió otro mensaje de texto a su mamá pidiendo que llamara a la policía: “Mamá, llámalos. Ahora”. “Ya viene. Voy a morir”.
Mina Justice le preguntó si había alguien más herido. “Muchos. Sí”, respondió él a las 2:42 a.m. Su último mensaje fue ocho minutos después.
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