Un avión tuvo que aterrizar de emergencia y quedó tumbado al lado de la Autopista

Ocurrió ayer a la tarde en Punta Lara. La aeronave, a la que se le plantó el motor, iba hacia Berazategui

“Se plantó el motor”. El diagnóstico fue inmediato y obligó al piloto a corregir la situación. Desde una altura de mil pies -unos 300 metros- el avión bajó planeando en círculos, como un pájaro de 600 kilos. Lo que pudo haber devenido en tragedia terminó en anécdota: el único ocupante salió ileso, aunque la nave no se salvó de quedar dañada.

Ayer a la tarde temprano, Pedro Enrique Casado (23), un aviador de Ramos Mejía, fue hasta el Aeroclub Río de la Plata, ubicado a un costado de la autopista, en el partido de Berazategui.

El dueño del Cessna PA-12 iba solo, disfrutando de un vuelo sin complicaciones, bajo un cielo diáfano. Desde que salió del hangar, sobrevoló la traza de la autovía para luego girar rumbo al aeropuerto platense, que tiene su entrada en 13 y 610.

Fue para él una parada obligatoria, porque tenía previsto cargar combustible. Una vez que lo hizo emprendió la vuelta. De nuevo, ningún problema.

Hasta que algo falló en el avión, cuando al joven le faltaban 21 kilómetros para llegar a su lugar de aterrizaje, a la altura del kilómetro 45 de la autopista y a cuatro del acceso a Villa Elisa. Eran las 15.50.

El motor dejó de girar repentinamente: según explicó Oscar, un amigo del piloto, es una falla “rara” e infrecuente, pero posible dentro del abanico de imprevistos de la aviación.

El silencio no fue señal de tranquilidad, sino todo lo contrario. El piloto tenía que resolver la situación antes de que sobreviniera el drama. Entonces, debió aprovechar la resistencia del aire para aminorar el descenso.

El aterrizaje forzoso, de por sí complejo, presentaba además la dificultad de que abajo estaba la autopista y los terrenos privados que hay a la vera. Es decir, que sólo había disponible una franja de 25 metros entre el asfalto y la línea de los alambrados.

La aeronave bajó desde su altura crucero -la que llevaba al momento de la falla- hasta la superficie en pocos segundos. El piloto tuvo la pericia suficiente para que la maniobra fuera lo menos brusca posible.

Sin embargo, hubo algo contra lo que no pudo hacer nada. Debajo del pasto que hay al costado del camino, una capa de barro actuó como freno para la primera rueda que tocó tierra.

Por eso fue que el Cessna capotó, lo que en la jerga aeronáutica significa que volcó.

La imagen del avión tumbado al costado de la autopista, a 20 metros del paso de los vehículos, fue la postal que llamó la atención a miles de personas que transitaron por ahí desde las 3 de la tarde y hasta que la luz natural lo permitió.

Por si algún distraído no lo hubiera notado enseguida, el enorme despliegue que se formó alrededor le dio un marco de espectáculo. Los servicios de emergencias fueron autoconvocados al lugar del aterrizaje forzado, sin que la víctima llamara al 911.

A los pocos minutos del accidente varios patrulleros policiales, más móviles de Gendarmería, Bomberos, Seguridad Vial y una ambulancia se acercaron. Fueron hasta ahí temiendo lo peor.

No obstante, la calma fue inmediata cuando los rescatistas vieron que el único ocupante del avión se alejó caminando y sin siquiera un raspón.

El subcomisario Cristian Digiácomo coordinó el operativo. Los medios de prensa completaron el escenario. Un siniestro tan inusual como el de ayer llamó la atención de todos.

En el medio de todo el tumulto, el joven que salió a volar tampoco lo podía creer. Para él todo se parecía a una pesadilla o a una broma mala e increíble. Por lo menos, la puede contar.

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