Buscan evitar el rechazo a los implantes dentales

En la facultad de 1 y 47 investigadores trabajan en mejorar la interacción entre la boca y el titanio

Cuando el cuerpo les dice no, los implantes en el cuerpo suelen traer consigo problemas de salud. Es por ello que un grupo de investigadores de la facultad de Ingeniería de La Plata está trabajando para minimizar o eliminar esos efectos en los implantes dentales de titanio.

Se trata de un grupo de profesionales del Laboratorio de Investigaciones de Metalurgia Física, dependiente del Departamento de Ingeniería Mecánica.

El objetivo que persiguen es “optimizar los procesos de osteointegración de los implantes dentales de titanio mediante recubrimientos superficiales sobre ese metal. Dichos recubrimientos son denominados bioactivos”, explican en 1 y 47.

El propósito es que “mejoren la interacción con el medio biológico y, de ese modo, faciliten la biointegración, es decir, la unión al hueso del cuerpo humano”.

El ingeniero codirector del proyecto, Pablo Bilmes, y su colega Carlos Llorente, explican que “es muy común, cuando se hace un implante, esperar entre 3 y 6 meses para que ocurran los mecanismos que tienen que ver con la generación de tejido óseo y la fijación del implante, biológica y mecánicamente, lo que se conoce como osteointegración”.

La odontología y la ingeniería buscan acortar el tiempo de esa fase. “Para lograrlo investigamos las características que tienen los recubrimientos de titanio y cómo dotarlos de las mejores aptitudes para mejorar en tiempo y forma esa respuesta biológica”, puntualiza el profesional, y detalla: “Una de la maneras de conseguirlo es generar sobre el titanio recubrimientos superficiales bioactivos, para optimizar la interacción con el medio biológico”.

interdisciplinario

La investigación forma parte de un proyecto interdisciplinario del que participa una empresa nacional de dispositivos médicos. El grupo se compone de tres investigadores en formación, tres becarios, y por parte de la compañía dos odontólogos, un biólogo y dos ingenieros.

Vale aclarar que el titanio es un metal biocompatible y resistente a la corrosión debido al fenómeno de pasivación que ocurre cuando se lo expone al aire (se forma una fina capa de óxido de titanio que lo recubre). Esta capa es bioinerte, quiere decir que no permite tener una interacción con el medio biológico más efectiva que si tuviera un recubrimiento bioactivo. “Cuando se logra un recubrimiento de ese tipo, rico en calcio y fósforo, el mismo puede interaccionar rápidamente con el tejido óseo, ya que este lo reconoce como parte de él, porque los óxidos de titanio poco tienen que ver con las características constitutivas de ese tejido”, explica Bilmes.

Y agrega que “a pesar de que el implante de titanio sea un metal biocompatible, no deja de ser un metal que nada tiene que ver con el cuerpo humano”.

“En la medida que podamos desarrollar recubrimientos bioactivos sobre metales y aleaciones biocompatibles (el titanio no es el único), se obtendrán materiales implantables similares a los que forman el hueso. Se trata de ‘engañar’ a los fluidos y tejidos con una superficie de características constitutivas análogas”, finaliza.

Carlos Llorente
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