El Papa te da sorpresas / sorpresas te da el Papa

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA (*)

Mail: afcastab@gmail.com

Cada vez que llega un mensajero del Vaticano, la Casa Rosada entra en erupción. Abren de a poquito el sobre y hacen silencio para que el vocero, ante un gabinete expectante, lea. Francisco, con sus medias palabras, se encarga de sumarles suspenso a esos párrafos que van de lo protocolar a lo alegórico. ¿Palmada o tirón de orejas? Cuando la caligrafía divina interviene en asuntos terrenales, las especulaciones sobran. Hasta los granaderos de la Rosada se acomodan el morral cada vez que la estafeta romana envía mensajes del Santo Padre.

Llega el cartero a la Presidencia y se disparan todas las alarmas. Para descifrar los matices de esa correspondencia son convocados los filólogos de turno y los especialistas en basílicas difíciles. El asunto es poder saber qué quiso decir Francisco, qué calló y qué mandó a decir. Porque, como advertía Nietzsche, “el lenguaje no está hecho para decir la verdad sino para disimularla”.

Suena extraño esto de andar midiendo gentilezas papales. Es cierto, con Cristina y el mate Francisco entabló una relación fraterna y casi romántica, un vínculo que el tercero en discordia por ahora no logra empañar. Con Macri, la frialdad fue el tono de un encuentro con más reproches que bienvenidas. Ni siquiera el tierno anzuelo de Antonia logró entibiar la fugaz entrevista. Pero bueno, el Papa también tiene su corazoncito y no está en los Evangelios el tener que ser equitativo a la hora de las sonrisas. El poder de la Iglesia se ejerce también allí, con la sublime arbitrariedad de quien se puede permitir todo porque sabe que sus fueros no vencen ni se discuten.

Los muchachos del PRO califican a estas acciones como una de esas sinfonías de Bergoglio que a veces calman y a veces irritan. La militancia oficial prefiere un pastor con menos discurso ocasional y más parábolas generalizadoras. Pero el Papa extraña la barriada y, como no quiere perder la entonación porteña, le gusta recibir cada tanto algún coterráneo extremista y alborotador para identificar las correntadas de una patria con pocos salvavidas y muchos naufragios.

Cada carta y cada gesto del Papa le plantean disyuntivas hamletianas a un Presidente que, más allá de los acentos, tiene al Papa y al Papá como fatales laderos. Franco y Francisco se turnan para darle malos ratos. Cuando llegan papeles a la Casa Rosada, de Panamá o del Vaticano, los ventanales del edificio presidencial sienten un viento molesto que le suma arritmia a la gestión y a las coronarias. Por eso le pide a Franco que le envíe las epístolas aclaratorias que lo puedan alejar del paisaje panameño. Y ruega que el Santo Padre deje a un lado los apóstoles del más acá y se reencuentre con los angelitos del más allá.

Los de Cambiemos quieren entrar al dominio Vaticano. ¿Y nosotros, por qué no? Pero Francisco, cada vez más Francisko, juega a las escondidas y parece enriquecer la grieta al administrar audiencias, sonrisas y preferencias como si fueran sacramentos. La Iglesia siempre ha vivido entre recodos y misterios. Y no será este Papa el que la desmienta. A orillas del Tíber, en la mansedumbre del pensionado de Santa Marta, el Papa manda a Buenos Aires unas encomiendas enroscadas que sacuden el oleaje de un Río de la Plata que, desde Solís, nunca tuvo aguas mansas. Y en cada efeméride nacional deja colar, entre augurios formales, alguna palabrita no tan angelical que pone en guardia a los sensibles de la Rosada, un ejército menguante que, de tanto ir a escuchar misas y latinismos, sufre igual por un tedeum que por un quórum.

Francisco, cada vez más Francisko, juega a las escondidas y parece enriquecer la grieta al administrar audiencias, sonrisas y preferencias como si fueran sacramentos

En la correspondencia sinuosa del Vaticano hay espacios vacíos que se deben llenar con suposiciones. En el abecedario de la Iglesia, lo más relevante siempre está como esfumado. Sobre ese lenguaje ha edificado ideología y fe. Y por eso a los expertos de la Rosada les cuesta trabajo desclasificar los matices de una prosa papal que circula entre verdades y desconciertos y que en un santiamén pasa de los Evangelios a las internas y de la bendición a la penitencia.

El fixture divino se enreda mucho con fechas y acontecimientos. El 25 de mayo del año pasado envió el Vaticano una extraña carta a la Rosada. Primero la calificaron de “falsa” y de mala leche, pero después, cuando se supo que era legítima, la leche se convirtió en buenísima. Este año, antes del encuentro con Macri, le envió un rosario a Milagro Sala yahora, en plena celebración de las fiestas patrias, decidió recibir a Hebe y su primera junta ¿Qué nos tendrá reservado el Vaticano para los festejos del Bicentenario? Ya hay apuestas. ¿Le mandará un relicario a Lázaro Báez? ¿Llevará votos de pobreza al Calafate? ¿Levantará un oratorio en la Rosadita? ¿Bendecirá a Casanello y excomulgará a Bonadío? Amén.

 

(*) Periodista y crítico de cine

Buenos Aires
Casa Rosada
Francisco
Lázaro Báez
Milagro Sala
Palmada
Presidencia
Santa Marta
Santo Padre
Vaticano

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE