Una huerta prospera hace un año en el medio de la plaza de 1 y 66

En una pequeña parcela delimitada por palos y botellas sembraron distintos cultivos

La remolacha tiene cuatro hojas brillantes, con sus bordes perfectamente marcados y nervaduras que replican el color que tendrá la raíz cuando madure. La planta llama la atención porque crece a pocos metros de un subibaja y una hamaca, casi frente al lugar donde un grupo de amigos improvisó un picnic, en el medio de la plaza Matheu. Al igual que el resto de los cultivos que se sembraron en una pequeña parcela, está al cuidado de Alejandro, un joven que vive en la calle y que junto a un grupo de personas sostiene una actividad atípica para un espacio público.

El sector está delimitado por palos secos y botellas de vidrio a medio enterrar; prevalecen los helechos blancos, la salvia y algunos brotes que se confunden entre las plantas de aloe.

Desde hace un año, Alejandro Fernández Blanco - 38 -, está arraigado como las plantas a esa zona de barrio El Mondongo, pasa las tardes sacando hojas secas y limpiando la basura que es arrastrada por el viento hasta ese corral verde.

“Tenemos dos composteras y estoy muy atento porque cuando aparecen brotes, los rescato y los planto; yo duermo en la calle, a una cuadra de acá, pero de día estoy siempre en la huerta”, cuenta Alejandro mientras se afirma en sus muletas para mostrar una incipiente planta de ajo y otra que crece junto al cartel que dice “girasol”.

Los carteles indican el nombre del espacio, “Huerta vecinal frutal”; además, señalan lo que, al entender de los creadores, la caracteriza: “comunitaria, educativa, participativa, integradora, saludable y nutritiva”.

La propuesta invita a los vecinos a acercarse a la plaza para “jugar y sembrar” en el marco de un proyecto que ellos definen como una experiencia de “economía colaborativa”, pero que para muchos otros visitantes de la plaza no deja de ser una arbitraria apropiación del espacio público.

Según se lee en otro de los carteles, los organizadores disponen de un correo electrónico, cambiogloballaplata@gmail.com y en Facebook se los encuentra en el perfil zona mondongo-economia colaborativa. En las redes sociales aún circula una convocatoria que se realizó tiempo atrás, en torno a ese espacio de 1 y 66, para “realizar un súper cantero que rodeará un sector entero de la plaza. Esto servirá para delimitar el espacio de trabajo, para sembrar, transplantar y seguir aprendiendo”, señalaban.

“Tenemos algunas plantas de lechuga abajo de ese nylon”, señala Alejandro, mientras esquiva las plantas de mentas y observa el crecimiento de las habas.

De acuerdo a su relato, el año pasado cosecharon tomates Cherri, lechuga y crecieron algunas flores amarillas. Es que más allá de la suerte que corran las plantas, para el horticultor experimental es toda una experiencia cotidiana descubrir brotes, enraizar gajos y sembrar.

Mas allá de que muchos se sorprenden con el insólito emprendimiento, Alejandro afirma que la gente del barrio acepta la huerta y que el único hecho desagradable que se vivió fue el robo de una manguera.

Este fenómeno de las “micro huertas” comunitarias se ha visto en los últimos meses en otras zonas de las ciudad, como Tolosa, donde se buscó en alguna oportunidad avanzar sobre espacios de la rambla de 32 entre 115 y 116 con un proyecto de similares características.

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