Venganza “à la carte”
| 21 de Septiembre de 2016 | 01:03

Por
Irene Bianchi
“Dinner”, de Moira Buffini. Traducción y versión: Federico Salcedo. Elenco: Willy Lemos, Leonora Balcarce, Joaquín Berthold, Victoria Césperes, Nacho Gadano, Juan Manuel Guilera, Alejandro Veroutis. Diseño de Arte: Alberto Díaz Navarro, Federico Salcedo. Diseño de escenografía: www.adiaznavarro.com. Diseño de Iluminación: Verónica Lanza. Diseño de Video: Daryus Carámbula. Música original: Gabriel Goldman. Dirección de Producción: Constanza Miguel. Asistente de Dirección: Leonardo Gaetani. Dirección General: Valeria Ambrosio. Producción General: Kinucha Mitre. Paseo La Plaza, Avda Corrientes 1660, Sala Pablo Neruda, de miércoles a domingo.
“Paige” (Willy Lemos) organiza una cena en su fastuosa mansión, con la supuesta intención de agasajar a su marido, Lars Nacho Galano), que acaba de publicar un nuevo libro, que seguramente se convertirá en un éxito editorial. Los invitados: una artista plástica, “Wynne” (Victoria Césperes); un científico, “Hal” (Joaquín Betrhold) y su novia “Sian”, (Leonora Balcarce) periodista. El mayordomo (Alejandro Veroutis) contratado (por internet) para la ocasión, y “Mike” (Juan Manuel Guilera), un camionero que irrumpe en busca de un teléfono, son los otros dos personajes que completan la concurrencia.
Desde los primeros minutos, el espectador detecta que no será ésta una cena cordial ni amigable. Un aire siniestro y perturbador sobrevuela la sofisticada mesa, tan esmeradamente puesta. Hasta la niebla que dificulta y demora la llegada de los comensales, anticipa ominosamente un final inesperado.
La anfitriona se esmera en generar incomodidad y crispación. El propio menú que ella misma prepara resulta revulsivo y deliberadamente bizarro. Una de las tantas pruebas a las que serán sometidos por la manipuladora Paige.
Los amigos de la pareja son los típicos snobs. Detrás de su urbanismo y buenos modales, esconden miserias y pulsiones que por momentos asoman y dejan ver su mezquindad, superficialidad e insatisfacción.. Son hipócritas, decadentes, y expertos simuladores. Existe además una tensión indisimulable entre los dueños de casa, Paige y Lars, como si la pareja estuviera a punto de estallar; ambos callan un secreto a voces
La llegada del muchacho rústico, que pide permiso para hacer una llamada y luego es invitado a sentarse a la mesa, pone más en evidencia la artificialidad de los demás. El sí llama a las cosas por su nombre, sin eufemismos ni circunloquios. Su presencia es un disparador, una suerte de “Deus ex machina” que desencadena reacciones varias.
Entretanto, el mayordomo observa todo y a todos, sin perder detalle. Vigila, obedece, y espera, paciente. Buen trabajo del debutante Alejandro Veroutis, que demuestra una vez más que no existen los papeles chicos si se sabe sacarles jugo.
La pieza de Moira Buffini es una comedia negra, una sátira, que combina humor, ironía, sarcasmo, suspenso, morbo, dramatismo. Valeria Ambrosio utiliza un recurso tecnológico muy interesante, con cámaras emplazadas sobra la mesa, que registran cada mínimo gesto de los personajes, y se proyectan en una gran pantalla.
Willy Lemos logra una composición muy inquietante en la piel de la manipuladora “Paige”. Como siniestra titiritera, maneja los hilos de sus criaturas a su antojo y sin piedad.
Las pinceladas de humor negro, en una pieza que transita una línea delgada entre el realismo y el absurdo, son aciertos de la puesta de Ambrosio, que crea un clima gótico digno de Edgar Allan Poe, combinado con un thriller de Agatha Christie, subrayado por la músca original de Gaby Goldman.
“Dinner”: cenando entre caníbales.
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