Planeta chango (lo más parecido a una road movie literaria)
| 4 de Septiembre de 2016 | 00:04

Ni viaje antropológico ni periodístico. O sí, pero construido bajo las formas de una aventura narrativa que se lee de un tirón y con los códigos propios de su protagonista: Andrés Fejerman, conocido por todos como Andy Chango.
Mezcla de Ethan Coen con una especie de Woody Allen empastillado y autóctono, el señor Chango demuestra que no sólo de música y periodismo está forjado su talento (a esta altura que se lo recuerde por haberle ganado un partido de tenis a Eduardo Feinmann es soberanamente injusto). También de un pulso narrativo que lo llevó a recorrer el país en dirección norte y atravesar las fronteras de nuestro territorio con un único -y desopilante, por qué no- objetivo: encontrar habitantes originarios.
“Desde niño he viajado a través de los libros -cuenta Andy-. Más que leerlos, supongo que los he vivido”. Así, eligiendo su propia aventura, Andy Chango (Buenos Aires, 1970) recorrió cerca de 9 mil kilómetros y pasó por 27 puntos geográficos en busca de historias y anécdotas que justificaran la publicación del libro que se había comprometido a escribir y que ahora, algunos meses después, nos llega bajo el nombre de “Indianapolis”.
“Siempre me consideré escritor pero nunca me había sentado a escribir -nos dice el autor-, con excepción de un par de diarios íntimos, artículos breves siempre remunerados y letras de canciones. Una vez gastado el dinero de la editorial (30 días de viaje y el adelanto), no tuve más remedio que encerrarme 8 horas por día durante cuatro meses, olvidar el mundo real y realizar un taller literario intensivo que me condujo a Indianápolis: un primer libro que espero sea el punto de partida de nuevas escrituras”.
Ese punto de partida, como dice Chango, no es más que una road movie literaria que, por momentos y con un incansable espíritu darwiniano y rebelde, se asemeja mucho a una excursión por otro planeta. Hay ovnis, chamanes y cielos que se hacen infinitos como infinitos resultan los caminos que se descubren en el devenir de las páginas.
Editado por Planeta, el libro se presenta también como el viaje de un bicho urbano -entrañable y algo friki- hacia lo desconocido que anida en el interior profundo de la patria. “Para los porteños -nos dice Chango-, el interior es el exterior”. Y no se equivoca. Como tampoco se equivoca al hacer del lenguaje, su lenguaje, un festival de imágenes y relatos que se desatan a medida que esa casa rodante avanza por caminos ignorados y rutas de montaña. En el camino, en ese viaje hacia lo desconocido, el músico ofrecerá su mirada más dulce y cínica del mundo y, a la vez, seguirá tres reglas sencillas y autoimpuestas: no volver al mismo lugar, no utilizar Internet y, como se dijo, tomar contacto con habitantes originarios. El resultado es una aventura que palpita con cadencia y excentricidad narrativa. Una aventura que, subidos todos a su proclama, parece ocurrir no sobre este suelo sino más bien en otro planeta.
Editorial: Planeta
Páginas: 184
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