Fineza, melancolía y descaro: Mozart en su salsa
| 5 de Septiembre de 2016 | 02:33
Por MARIO F. VIVINO
“Così fan tutte”. Música de Wolfgang Amadeus Mozart (KV 588) y libreto en italiano de Lorenzo da Ponte. Dirección Musical: Rubén Dubrovsky y Natalia Salinas. Dirección de Escena: Rubén Szuchmacher. Funciones: Viernes 9 y sábado 10, a las 20.30 y domingo 11, a las 17 horas. Sala Alberto Ginastera, Teatro Argentino de La Plata, Teatro Argentino, 51 entre 9 y 10.
De las tres obras en las que Da Ponte compuso los libretos para dar palabras a la maravillosa música mozartiana, “Cosí fan tutte “ fue considerada la “hermanita menor” habida cuenta del esplendor de sus hermanas “Bodas de Fígaro” y “Don Giovanni” que gozaron siempre de enorme predicamento. Por otra parte, a su trama se la calificó de escandalosa y misógina a partir de su estreno y por ello durante gran parte del siglo XIX y del siglo XX hasta después de la segunda guerra mundial, sus representaciones no superaron los teatros de “vanguardia” o de segundo nivel. Pero a partir de entonces, parecieron redescubrirse sus valores musicales: Mozart genuino y perfecto, insidioso, irónico y, sorprendentemente, su texto resultaba aplicable al mundo moderno. Pero lo que sobresalió es la belleza que la música trasmite.
La decisión del Teatro Argentino de recuperar y poner en escena tan relevante obra es destacable como lo es la “aclimatación” de la orquesta. La obra cuenta, a la usanza de su tiempo, con tres parejas: dos de enamorados y los incordiantes Despina y Alfonso que hacen las veces de contestatarios sutiles de las propuestas amatorias.
Carla Filipcic Holm –canto y actuación sublimes- Mariana Rewerski como Fiordaliggi y Dorabella respectivamente, tienen oportunidad en cada una de sus intervenciones de mostrar la belleza del decir de Mozart. De la misma manera Gustavo de Genaro y Michel de Souza muestran enjundia y calidad para satisfacer las exigencias de sus roles. Párrafo especial para la Despina de Marisú Pavón, que mantiene con mucho entusiasmo y altura su carácter buffo. Firmeza y solvencia de Héctor Guedes, perfecto Don Alfonso.
Escenografía minimalista, (muy minimalista!). Si bien la obra no requiere demasiada, un poco más de “gracia” hubiese ayudado a la traslación de la ópera a los años 50 del siglo pasado. Muy logrados los movimientos escénicos y cada uno de los cuadros cuidadosamente elaborados.
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