La eliminación de los feriados puente, un paso positivo para el país
| 25 de Enero de 2017 | 03:01

La eliminación de los llamados feriados puentes, por lo que el número de días no laborables quedó fijado en 16 según el nuevo esquema establecido por el Gobierno nacional, constituye una medida que apunta a dos objetivos de naturaleza superior, como son los de cumplir con los 190 días dispuestos para el ciclo lectivo y los de no afectar la competitividad del sector productivo.
Un país que se encuentra en las condiciones del nuestro, necesitado de consolidar un sistema educativo de calidad y de crear condiciones para desarrollar la economía, de modo de garantizarle pleno trabajo a la población, no puede en modo alguno permitirse el lujo de seguir promoviendo un calendario generoso en feriados, en los que las pausas resultan demasiado extensas para el ritmo de estudio y de trabajo que nuestra sociedad necesita mantener.
En lo concerniente al sector educativo, desde esta columna se instó en los últimos años a que las autoridades extremaran esfuerzos para compensar tantas pérdidas de días de clases e intentar así cumplir con el número de días hábiles efectivos de acuerdo al tope que viene sugiriendo el Consejo Federal de Educación y al que pocas veces se llega. Sin aludir aquí a los conflictos que paralizan la actividad escolar durante muchas jornadas, se enfatizó desde distintos sectores en que debía corregirse la existencia de calendarios permisivos que –decidida e incomprensiblemente- le otorgaron mayor atención a los intereses del turismo que a la formación educativa las jóvenes generaciones.
Se valoró, asimismo, la opinión de especialistas que argumentaron a favor de reducir en forma drástica la pérdida de días de clases para millones de alumnos, dados los evidentes perjuicios que ello implica para su formación. Bien se sabe que garantizar la continuidad del ciclo escolar debería ser una preocupación prioritaria de todos los niveles de conducción y que, en esa continuidad, reside una de las claves de la correcta formación.
En el otro plano, correspondería señalar que los reclamos de los empresarios turísticos carecen de consistencia y no resultan serios. Seguramente que ellos disponen de imaginación y de un espíritu de iniciativa ponderables, que les permitirían hallar variantes y estímulos de su actividad que no afecten valores tan imprescindibles para cualquier sociedad, como son los educativos.
Por otra parte, no pueden dejar de considerarse también los justificados reclamos que, contra los feriados largos, han presentado los comerciantes y cámaras empresariales de ciudades y pueblos no turísticos, que vieron reducida su rentabilidad durante muchas jornadas en el año por los costos que cada feriado les significaba.
Nuestro país y nuestra gente necesitan apostar, fuertemente, a la cultura del conocimiento y del trabajo, que fueron las que forjaron las grandezas alcanzadas con mucho esfuerzo por las generaciones anteriores. En un mundo cada vez más competitivo, la Argentina no puede desentenderse de garantizar la mejor formación de sus jóvenes generaciones. Pero, al mismo tiempo, desde el punto de vista económico, nuestro país también está obligado, como nunca antes, a garantizar trabajo a su población y a conquistar mercados en el cada día más exigente contexto internacional. Para lograrlo es clave que sus estructuras educativas y productivas se desarrollen en plenitud, sin pausas impuestas por criterios facilistas. La eliminación de feriados puente constituye, por consiguiente, un paso positivo en ambas direcciones.
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