Justa queja por el mal estado de una ruta vital para la Región

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En numerosas oportunidades se ha analizado en esta columna el ya pretérito problema del mal estado de muchos de los caminos rurales de la Provincia, cuya primera y vital función es la de comunicar a quienes viven en ciudades y pueblos del interior y, paralelamente, a permitir el fluido transporte de la muy rica producción agrícolo-ganadera, pues estas fueron y son, entre muchas otras, dos de las condiciones indispensables para facilitar la dinámica y el desarrollo de las millones de personas que viven en el vasto territorio bonaerense.

Ahora un grupo de pobladores de localidades ubicadas al sur de nuestra ciudad acaba de realizar un banderazo de protesta, para requerirle a las autoridades la repavimentación de la ruta 20 que une a Magdalena con la ciudad de Ranchos, enhebrando en su recorrido parajes como la laguna Vittel, el complejo de Chascomús, las rutas 2 y 11, es decir una zona que concentra no sólo varias localidades cercanas a esa traza, sino también tambos y establecimientos agrícola ganaderos ganaderos así como industrias afines.

Más de 250 vecinos reseñaron que hasta el momento sólo se recibieron de la dirección de Vialidad algunos camiones de calcáreo para tapar los principales baches y realizar alguna reparación superficial y parcial en algunos tramos de la ruta, que pidieron la pavimentación de la ruta 20.

Ha sido también común en estos años los reclamos de productores por la inacción de las distintas administraciones en acercar soluciones al problema de los caminos rurales y, a su vez, en aludir a las dificultades en muchos municipios para encarar obras de mantenimiento de esas redes viales secundarias, debido a problemas presupuestarios.

Tampoco puede obviarse las graves dificultades que ello plantea a las escuelas rurales, conociéndose casos de escuelas que, por falta de accesos camineros aptos, no lograron superar los 90 días de clases.

No debiera ser necesario extenderse en consideraciones acerca de los problemas que puede acarrear las redes camineras virtualmente intransitable, que se traducen en caminos cubiertos por lodazales intransitables, baches o calzadas dominadas por los conocidos “serruchos”, además de banquinas cubiertas por pastizales y ausencia de señales, entre muchas otras deficiencias.

Está claro que, en esas condiciones, los caminos rurales provocan accidentes, demoras e incumplimientos en los traslados, accidentes, suspensión de clases y toda clase de pérdidas a los productores ganaderos, agrícolas y lecheros –así como a la industria relacionada-, ya que esa población se encuentra imposibilitada de ingresar insumos y sacar las materias primas para su comercialización en término.

En este caso del sur de la Plata se habla de una región muy pujante, que debiera contar, como natural correlato, con un necesario y ostensible mejoramiento de las comunicaciones terrestres. De allí que sea deseable la mayor prontitud de las respuestas oficiales al requerimiento de estos pueblos.

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