La tragedia del Kursk, un rescate fallido y 118 marinos muertos en Rusia

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La angustia por los 44 tripulantes del submarino argentino “ARA San Juan”, extraviado hace siete días cuando navegaba en aguas del Atlántico Sur, evoca el desastre del “Kursk”, el sumergible nuclear ruso que el 12 de agosto de 2000 naufragó en el mar de Barents causando la muerte a sus 118 ocupantes.

El “Kursk” fue localizado rápidamente: dos días después de su naufragio la Armada rusa informó que el submarino yacía en el fondo del mar a una profundidad de 108 metros, y admitía que las posibilidades de rescatar a sus tripulantes eran escasas.

El 15 de agosto se anunció el comienzo de una operación de rescate, que luego fue aplazada por el mal tiempo en la zona del naufragio, mientras Moscú rechazaba la ayuda que ofrecían varios países para intentar socorrer a los tripulantes.

Solo al día siguiente, cuando fuentes oficiales admitían que la tripulación del “Kursk” había dejado de dar señales de vida, Rusia aceptó la ayuda de la OTAN para lanzar una operación internacional de rescate.

El 21 de agosto, un equipo de buzos noruegos consiguió abrir una de las escotillas del “Kursk” y no encontró más que agua. Ese mismo día la Armada de Rusia anunció oficialmente la muerte de sus 118 tripulantes.

El desastre del “Kursk” y la posterior fallida operación de rescate, supusieron un duro golpe no solo para el prestigio de la Armada, sino para Vladímir Putin, quien entonces llevaba apenas unos meses al mando del Kremlin.

Sobre Putin cayó una andanada de críticas por su mutismo, ya que sus primeras declaraciones sobre el “Kursk” se produjeron a las 100 horas del naufragio, y no a iniciativa suya, sino de los periodistas que se agolpaban ante su residencia vacacional.

El “Kursk” permaneció más de 14 meses en el fondo del mar, a 108 metros de profundidad, y fue reflotado en una complicada operación que duró más de tres meses y le costó al Gobierno ruso decenas de millones de dólares.

Tres meses después de la tragedia, en una primera operación, buzos rusos y noruegos recuperaron los cuerpos de doce marinos que se habían refugiado en la novena sección del sumergible. Los restos de los demás tripulantes fueron recuperados solo cuando fue reflotado el submarino, a fines de 2011.

 

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