La peor película de la historia

“The Room” apareció en 2003 para competir con el cine de Ed Wood como “el peor” de todos los tiempos: ahora, James Franco cuenta la historia detrás de esta excéntrica creación, en una de las comedias del año

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Pedro Garay

pgaray@eldia.com

“The Room” apareció en 2003, y rápidamente ganó estatus de culto en Estados Unidos: la cinta dirigida, escrita, producida y, claro, protagonizada por el excéntrico Tommy Wiseau, es una especie de melodrama softcore que pretende tener intensidad emocional pero en su lugar se transformó en una comedia bizarra y desternillante, con algunos de los momentos más verdaderamente increíbles en el cine, justamente, por desmarcarse de toda suposición de cómo debe ser una película: la lógica interna de la cinta genera tantas dudas que llevan a la risa, claro, pero es la actuación intensamente ridícula de Wiseau como su héroe autobiográfico apenas velado, “Johnny”, la que elevó la cinta de basura a furor.

Se trata, claro, de un fenómeno, y como tal, sin mucha explicación: en días donde grandes películas desaparecen en cartel en manos de los superhéroes que todo lo copan, “The Room”, la historia de un hombre traicionado por su novia y su mejor amigo, que se vuelven amantes, lleva 17 años proyectándose en cines estadounidenses, con numerosas funciones especiales donde Wiseau se hace presente y es vitoreado, y donde el público salta, grita, aúlla y patalea y, sobre todo, repite sus frases preferidas de la película.

Después de todo, cualquier fenómeno es colectivo, tribal: y el clima de cancha se replica en la función de “The Disaster Artist” proyectada en el Festival de Mar del Plata, en el marco de la sección Hora Cero y en el Auditorium, un doblete caracterizado por la cinefilia más exaltada.

“The Disaster Artist” es la cinta que James Franco dirige y protagoniza retratando el rodaje de aquella ya mítica película, “The Room”: la estrella de Hollywood sigue demostrando su versatilidad y su deseo de trabajar solo en proyectos que lo apasionen poniéndose al frente de la biopic, y cambiando su look de galán para parecerse al estrambótico Wiseau, con su melena noventosa y su tendencia a mostrar las nalgas en cámara incluida.

Y la cinta demuestra que, al final, no hay fenómeno sin algo que lo sustente: “The Room” es lo que es porque su increíblemente bizarro creador, un “outsider” de Hollywood y del mundo, de pasado misterioso, con fondos ilimitados y un sospechoso acento de Europa del Este, que sólo tenía un sueño: quería hacer su película.

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Esa pasión indisciplinada, desaforada, es el eje de “The Disaster Artist”, que busca retratar a Wiseau sin caer en la burla facilísima. “Si sólo haces una imitación sería muy superficial, y una de las cosas más importantes que hemos intentado es ir hasta el fondo, es especialmente importante hacerlo bien con un personaje como este”, explicó al respecto Franco, que “he interpretado muchos personajes basados en personas reales, pero cuando interpretas a un personaje real que encima es un actor tanto su forma de comportarse, como su físico, se convierten en algo muy importante porque la gente se fija mucho en eso, va a ver cómo habla y qué pinta tiene, y va a comparar. Hay que entender al personaje por fuera, pero también por dentro”.

El retrato de Wiseau es sin embargo siempre festivo: la “Ed Wood” (la cinta de Tim Burton sobre el considerado peor cineasta de la historia) para millenials, ya una de las grandes comedias de la temporada, apuesta a alimentar el fervor tribal de un filme que no se puede creer, sencillamente, deslizando de manera casi subrepticia pequeños comentarios sobre la búsqueda de la fama, la crueldad del medio, las presiones sociales, la frustración y la pasión.

“Era un artista de una pasión sin dobleces. Tommy dirigió ‘The Room’ con la intención de que fuera un drama y la gente se partió de risa al verla”, cuenta Franco, que tomó los detalles del detrás de escena de la cinta del libro escrito por el coprotagonista del filme, Greg Sesaro. El libro, añade Franco, contenía también “la historia de las entrañas de la industria narrada a través de unas personas que estaban al margen, como ocurría en ‘Ed Wood’, película que me gusta mucho”.

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Edward D. Wood Jr., más conocido como Ed Wood, también era una apasionado: sólo quería filmar cintas de monstruos y ciencia ficción como las que habían alimentado su infancia y sus sueños, y nunca le importó que los presupuestos no cerraran. Emblema del hazlo-tú-mismo en tiempos de grandes estudios, las bizarras obras de Wood llevan hace décadas el título de “peores películas de la historia”, lo cual ha alimentado su mito y su atractivo casi tanto como el tributo que le realizara Tim Burton en 1994.

Y también como Wiseau, Wood era un “outsider” mirando a la industria de afuera hacia dentro. Hoy es canónico para toda una corriente cinéfila que cree en otro cine, más descontracturado y artesanal, a pesar de que, o quizás porque, su vida (y el filme que la retrató, al igual que “The Disaster Artist”) fue una oda al fracaso.

Y es el fracaso (poco explorado en la película de Franco) lo verdaderamente interesante, lo que parece sostener en el tiempo, a estos excéntricos marginales del cine: su cine quizás no se sostenga como una narración coherente, sus películas quizás sean desprolijas hasta lo inverosímil, a lo mejor no contengan nada que las redima; pero su decisión de hacer cine a pesar de todo es un cross a la mandíbula a ese cine cerrado, solemne y serio, con mayúsculas, sorprende y divierte en el seno de una industria apegada a las fórmulas, a los grandes apellidos y a otras naftalinas. Son, el final del día, películas subversivas (incluso contra su voluntad: Wood y Wiseau querían ambos ser parte) que llenan de aire (y de posibilidades) al séptimo arte.

Estreno en La Plata

“The Disaster Artist”

tiene fecha pautada en

la Ciudad para el 21 de

diciembre de este año

“ Era un artista de una pasión sin dobleces. Tommy dirigió ‘The Room’ con la intención de que fuera un drama y la gente se partió de risa al verla”, cuenta Franco

 

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