Lento, como telepeaje de autopista

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El ideal de recorrer en 45 minutos los 56 kilómetros que separan a la ciudad de La Plata con la de Buenos Aires suena ya a una utopía incluso, para quienes emprenden el trayecto en auto particular y por autopista fuera de las consideradas horas pico.

Aquello que para Dardo Rocha formaba parte de lo cotidiano en 1884 cuando a diario tomaba el tren en Constitución para bajar en La Plata tres cuartos de hora después, suena a esas historias fantásticas que uno le cuenta a los chicos a la hora de irse a dormir. Es más, aquel pasado hasta podría ayudarnos a esbozar una sonrisa, si no fuera porque el presente de nuestro viajes es para llorar.

Lo cierto es que en este 2017 que va llegando a su fin, el crecimiento exponencial del parque automotor y la necesidad de desplazamiento entre los principales puntos de la Región, parecen encaminarse a dejar a la Autopista al borde del colapso. Resulta a todas luces imprescindible la continuación de la obra de los tres carriles por mano en los dos ramales que se desprenden del peaje de Hudson, tanto hacia la ciudad de La Plata, como hacia la llamada rotonda de Gutiérrez. No menos imprescindible resulta la obra de enlace de la autopista con la llamada -y muy esperada- bajada de City Bell, lo que ayudaría a descomprimir el tránsito por Villa Elisa, extremadamente comprometido, además, desde la llegada del tren eléctrico por los embotellamientos que se producen en el paso a nivel de la ruta 1, que une a esa localidad con Boca Cerrada, en Punta Lara.

Demoras, embotellamientos, atascos y hasta piquetes y cortes, forman también parte del abanico de menudencias que, casi a diario, padecen aquellos que se aventuran a andar y desandar esos benditos 56 kilómetros.

Aunque la novedad de los últimos tiempos está regida por las cada vez más notorias demoras en el llamado “carril rápido” del peaje, es decir en la barrera automática para quienes utilizan el sistema de telepeaje.

Históricamente hubo tanto en el peaje de Dock Sud, como en el de Hudson dos o a lo sumo tres barreras de telepeaje para el tránsito liviano. Lo que no se entiende es porque si la cantidad de usuarios del sistema creció notoriamente no se le otorga mayor cantidad de barreras.

En horas pico la colas del telepeaje suelen emparejar o incluso superar en extensión a las de pago manual. No tiene sentido. O dicho más elegantemente, en esa ecuación hay algo que está fallando.

Ni siquiera tiene lógica desde el punto de vista económico. El negocio de la autopista, se supone, es el de recaudar lo más rápida y eficientemente posible. Alguien debería tomar nota.

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