Lo que se pierde con la irrupción del “afuera”

Edición Impresa

ALEJANDRA CASTILLO
acastillo@eldia.com

Los primeros countries en el país empezaron como lugares residenciales para pasar el fin de semana, o como emprendimientos muy exclusivos montados en torno al ambiente del polo, la hípica o la náutica.

Fue en la década del ‘90 cuando estallaron como un boom, aunque hubo que esperar unos 10 años más para que se afianzaran como una opción de residencia permanente. En 2005 el 63% de esas viviendas era fija.

Al alcance de la mano (o de la billetera) quedó la chance de acceder a espacios verdes y de recreación todos los días, a toda hora; abrir la ventana y ver casas bonitas, o caminar por calles limpias y ordenadas. Con el tiempo se abrieron escuelas y centros comerciales, acotando las necesidades de exponerse al afuera.

Pero lo que más sedujo a quienes optaron por mudar sus vidas a los countries fue la invaluable sensación de seguridad, esa que se rompe cada vez que el afuera irrumpe sin permiso.

 

 

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