Un intérprete que nunca se privó de nada
Edición Impresa | 20 de Diciembre de 2017 | 03:40

Por Irene Bianchi
ibianchi@eldia.com
Inesperada noticia. La muerte siempre sorprende. La última vez que lo vi fue en el escenario del Coliseo Podestá, protagonizando una magnífica obra de Arthur Miller: “Todos eran mis hijos”, en una labor impecable.
Actor de raza, versátil, dúctil, que se manejaba a sus anchas, cómodamente, en cine, teatro y televisión. También hizo radio, aquí, en nuestra ciudad. Abordó todos los géneros a lo largo de su extensa y rica trayectoria. No se privó de nada. Pertenece a esa categoría de intérpretes que actúan sin esfuerzo, con absoluta naturalidad, y a quienes se les cree cada gesto, cada mirada, cada palabra, cada intención, cada subtexto.
Afable, cálido, espontáneo, era (raro hablar ya en pasado) un tipo popular, querido y respetado por el público y por sus colegas. Talentoso, pintón, pícaro, seductor, simpático. Se lo va a extrañar.
¡Buena gira, Lito Cruz! Y gracias.
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