“La Granja llora”: cada vez más dolor por el crimen del matrimonio de comerciantes

Por el momento, no hay pistas de los autores del hecho. Esperan resultados de varios peritajes

Pablo Vaccaro (74) y Concepción Diaco (66) fueron asesinados el viernes a golpes en su vivienda del barrio La Granja. Algunos investigadores creen que hasta los torturaron para sacarles información sobre el lugar donde guardaban dinero. Ellos, si bien en el último tiempo habían delegado bastante su trabajo en los hijos, que manejaban distintos puestos de frutas y verduras en las ferias callejeras de 115 y 528 y en 9 y 38, no estaban totalmente retirados del negocio. “Su vida era el trabajo”, dijeron desde su círculo íntimo. Por eso el dolor y la indignación ante tan trágico destino.

Ayer, en medio de escenas de profunda conmoción, a pocos metros del domicilio donde encontraron la muerte, fueron velados los restos de las víctimas.

En el barrio, en tanto, se pudieron ver distintos carteles que hacían alusión a esa terrible situación, que entremezclaba una gran consternación y también mucha bronca por la inseguridad.

De la investigación, no es mucho lo que trascendió. Apenas un “estamos siguiendo algunas pistas”, que salió de boca de una persona con acceso al expediente.

Igual no se trataría de algo firme. “Recién estamos arrancando con todo esto. Hay que esperar”, agregó la misma fuente.

Análisis de las cámaras de seguridad, búsqueda de testigos y los análisis periciales, figuran dentro del protocolo que siguen los pesquisas.

Mientras tanto, con la muerte de Vaccaro y Diaco tan a flor de piel, ya se anunció la primera marcha en reclamo de justicia (ver aparte).

El matrimonio fue asesinado entre las 20.15 y las 21.20, teniendo en cuenta que al primer horario lo marca la filmación de un negocio cercano, que registró a la mujer ingresando con su utilitario Renault Kangoo en el garaje de la vivienda. Volvía de la casa de su hermana. No se descarta que los asesinos ya estuvieran adentro, con el hombre reducido o muerto.

A las 21.20 el hijo de la pareja llegó al chalet para darles la tarjeta de cumpleaños de su hija y lo sorprendió que las luces estuvieran apagadas. Decidió irse, pero en el camino los llamó por teléfono y, como tampoco respondieron, se inquietó y volvió. Para no ir a buscar un juego de llaves a su casa, saltó la reja, se metió por la ventana y se topó con una escena que no barajó ni en la peor de sus sospechas.

En el living comedor estaba su madre, boca arriba, inerte y cubierta de sangre. En la cocina yacía su papá, boca abajo y con la cabeza destrozada a golpes y patadas (tenía marcas de zapatos).

En shock, Carlos salió a la calle y pidió ayuda a gritos. Minutos después llegó un patrullero y las veredas se llenaron de vecinos que se asomaban a medida que la noticia se desparramaba por el barrio.

A simple vista, los forenses detectaron que los cuerpos no presentaban puñaladas, ni tiros. Tampoco estaban maniatados.

En diciembre pasado, Vaccaro y Diarco ya habían sido asaltados. Por eso nadie se anima a descartar hipótesis.

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