El fiscal general de Trump, en la cuerda floja por nexos con Rusia
Edición Impresa | 3 de Marzo de 2017 | 01:47

WASHINGTON.- El fiscal general de EE UU, Jeff Sessions, quedó en la cuerda floja debido a las polémicas dos reuniones que mantuvo con el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, durante la campaña presidencial, encuentros que ocultó a los legisladores del Senado durante las audiencias para su confirmación en el cargo.
El propio Sessions tuvo que salir ayer en rueda de prensa a anunciar que se apartará de la investigación de su departamento de Justicia sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones de noviembre para dañar con ciberataques a la ex candidata demócrata Hillary Clinton y favorecer al ahora presidente, Donald Trump. En un comunicado paralelo, Sessions dijo que decidió “inhibirse de cualquier investigación existente o futura sobre cualquier asunto relacionado con las campañas del presidente de EE UU”. Sus declaraciones llegaron después de que los demócratas del Congreso y varios legisladores de su propio partido, como el influyente Jason Chaffetz, pidieran a Sessions que se apartara de las investigaciones debido a las reuniones con el embajador Kislyak.
Lo que más polémica desató es que Sessions no reveló sus conversaciones con el embajador ruso durante una audiencia en el comité judicial del Senado para ser confirmado como fiscal general y en la que el senador Al Franken le preguntó precisamente si alguien de la campaña de Trump se había comunicado con el Kremlin. “No tengo conocimiento de ninguna de esas actividades. Me han llamado a participar una o dos veces en la campaña y no he tenido comunicaciones con las rusos”, dijo entonces Sessions.
Ayer, el fiscal general tuvo que salir al paso y decir que escribirá “pronto” al Comité Judicial para aclarar su testimonio. “Sobre los comentarios que hice al comité que se han dicho que son incorrectos y falsos, permítanme ser claro. Nunca tuve reuniones con agentes rusos o intermediarios rusos sobre la campaña de Trump”, afirmó el fiscal general en su rueda de prensa. La líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, acusó a Sessions de cometer el delito de perjurio al haber “mentido bajo juramento” y algunos legisladores pidieron en una carta al director del FBI, James Comey, que abra una investigación criminal contra Sessions.
Un portavoz del Departamento de Justicia confirmó las reuniones con el embajador ruso, aunque afirmó que Sessions no incumplió ninguna regla porque mantuvo esas reuniones en calidad de miembro del Comité de Servicios Armados del Senado y no como parte de la campaña de Trump. Esas conversaciones entre Sessions y Kislyak versaron sobre la relación entre los dos países y, aunque en 2016 los embajadores solían hacer comentarios sobre las elecciones, “no fue el fondo de la discusión”, dijo un alto funcionario del Gobierno, que pidió el anonimato.
Las declaraciones del Departamento de Justicia no conformaron a los demócratas, cuyo líder en el Senado, Chuck Schumer, pidió la dimisión de Sessions y solicitó, además, que se designe a un fiscal independiente sin relación con el gobierno de Trump para investigar los supuestos nexos entre el presidente y el Kremlin.
Como respuesta, Trump ratificó su “total confianza” en Sessions, aunque dijo que no sabía de las reuniones entre el fiscal y el embajador ruso. El Gobierno considera normales estos contactos, pero The Washington Post preguntó a los 26 senadores que formaban parte de ese comité el año pasado y 20 de ellos dijeron que no se habían reunido con el embajador ruso en ningún momento de 2016.
Las revelaciones sobre Sessions han abierto una nueva crisis en el Gobierno de Trump, que ya hace unas semanas vio marchar al entonces asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, el general Michael Flynn, por los contactos que mantuvo con el embajador ruso antes, durante y después de las elecciones.
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