El conflicto docente complica la vida familiar y genera incertidumbre
Edición Impresa | 5 de Marzo de 2017 | 04:38

“Entiendo el reclamo docente y se que se nos viene una semana brava. Tenemos que ver cómo nos organizamos, con quién dejamos a los chicos, porque mi señora y yo ya estamos trabajando. Pero en realidad lo que más nos preocupa es ver cómo sigue esto, porque parece qu el conflicto va a tardar en resolverse y si llega a ser un año con muchos paros, como otros anteriores, la sensación que a uno le queda es que los chicos no alcanzan a agarrar el hilo de las clases y al final terminan como desconectados y aprendiendo menos”, dice Claudio Rimoldi, padre de Clara y Antonia, que estudian en escuelas estatales de La Plata y que mañana, como tantos otros chicos, no empezarán las clases. “Por la que más lo lamento es por Antonia, la más chiquita, que estaba muy entusiasmada con empezar. Todavía no le explicamos que va a tener que esperar”
La historia de Claudio ilustra la preocupación de miles de familias platenses frente al impacto que la falta de acuerdo entre los docentes y el gobierno - que derivó en un paro de 48 horas que vuelve a postergar el inicio de las clases- tendrá en las rutinas familiares.
Entre las complicaciones a las que se refieren familias consultadas por este diario se habla sobre todo de rutinas trastocadas y de incertidumbres frente a los días por venir, previendo que el conflicto puede ser largo.
Muchos estuvieron pendientes de las noticas el viernes para ver si finalmente docentes y gobiernos llegaban a un acuerdo y sólo después de que esa posibilidad quedó trunca salieron a buscar soluciones. Dónde dejar a los chicos el lunes y el martes. Si llamar a familiares o perder días de trabajo, aunque eso implique en algunos casos perder el presentismo.
“Yo puedo faltar al trabajo el lunes, por ejemplo, si la nena no tiene clases, pero pierdo 700 pesos de presentismo”, decía por caso Mónica (45), una mamá consultada por este diario,
Pero también preocupa el posible impacto de la pérdida de días de clase sobre el aprendizaje de los chicos.
Como se sabe, los gremios del sector dispusieron un paro nacional de 48 horas los días 6 y 7 reclamando que se restablezca la paritaria nacional docente. A esto se suma el reclamo a nivel provincial, donde el Frente Gremial se opuso a una oferta inicial de aumento del 18%, una propuesta que consideraron que dejaría muchos salarios de maestros por debajo de la línea de pobreza.
Pero el reclamo no apunta solamente a lo salarial, sino también a las condiciones edilicias de muchas escuelas, entre otros puntos.
La última propuesta del gobierno bonaerense, el último viernes a los gremios docentes fue la de una suma no remunerativa de entre 800 y 2.000 pesos según el nivel salarial, a cobrarse el 15 de marzo y a cuenta de un futuro aumento paritario.
Los gremios rechazaron la propuesta tanto como la conciliación obligatoria dictada por el ministerio de Trabajo de la provincia y dispusieron adherir al paro nacional de mañana y el martes.
Puestos a analizar la situación algunos especialistas destacan que detrás del conflicto docente aparece un sistema degradado, ineficiente y desequilibrado que hace que el sistema educativo reciba casi el 30% del total de los recursos provinciales y no pueda, sin embargo, garantizar buenos salarios, escuelas sanas y equipamiento digno para dictar clases.
Los datos manejados oficialmente indican, en tanto, que si se consideran sólo las medidas de fuerza del Frente Gremial de la Provincia de Buenos Aires (Feb, Suteba, Amet, Sadop y Uda) y los nacionales, hubo entre 2002 y 2016 un total de 128 paros.
Los picos de fuerza se registraron en 2009, 2012, 2013 y 2014, con entre 17 y 20 días de paro (ver gáfico página 4) y sólo en uno de los últimos años (2016), las clases empezaron en tiempo y forma.
A la luz de estos datos no es raro que uno de los factores que generen más preocupación en las familias sea la incertidumbre,
“Si uno supiera que se trata de un día o dos de paros, se arregla mejor, pero cabe esperar que haya más días sin clases. Y ahí empiezan los problemas, porque no se sabe con quién dejar a los chicos los días que no tiene escuela y en mi caso no puedo contratar una niñera que me cobra 7.000 pesos por mes”, dice Eugenia Uthurriague, mama de Clara y Antonia.
Mientras tanto, algunos especialistas en educación destacan que la seguidilla de paros repercute en un crecimiento de la matrícula privada a expensas de la pública, (ver aparte), una caída de la calidad educativa en general y un mayor índice de deserción, entre otras consecuencias.
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