Incidentes tras la última audiencia oral por el juicio contra Pablo García
| 9 de Marzo de 2017 | 21:37

Tras más de seis horas de alegatos que terminaron con algunos tumultos, finalizó hoy la última audiencia en el juicio contra Pablo García, hijo del periodista y locutor Eduardo Aliverti, antes de que el 21 de abril a las 13:30 el Tribunal Oral Número 6 de San Isidro anuncie su veredicto y decida si es o no culpable de la muerte de Reinaldo Rodas.
Después de los alegatos de la fiscal, las dos querellas –la viuda y los hermanos de la víctima llevaron distintos abogados—y su defensa, García tuvo la última palabra. “Tengo claro que acá hubo una sola víctima que fue Reinaldo Rodas, que también son víctimas los familiares”, aseguró García. El silencio en la sala era tal que hasta se pudo escuchar su respiración antes de terminar: “Y no quiero decir nada más”.
García habló después de escuchar el pedido de las querellas de 15 años de prisión, los cuatro años solicitados por la fiscal y absolución que reclamó su abogado.
Desde que el lunes comenzaron las audiencias, García se había negado a declarar y apenas escribió algunas palabras sueltas en una hoja en blanco. Solo pareció incomodarse cuando Alberto Domínguez, abogado de los hermanos de Rodas, le recordó una y otra vez que no había pedido perdón a los familiares.
El abogado defensor, Adrián Albor, fue también quien habló último. Su estrategia apuntó a desacreditar las pericias que condenaron a García en un tribunal de faltas por manejar borracho. Dijo que podrían haber dado un falso positivo porque las heridas que García tuvo a causa del choque fueron curadas con alcohol. También que su defendido había asegurado que comió una golosina y que esa golosina “quizás fue un bocadito Cabsha”, que contiene licor.
Albor aseguró que en la causa figuran dos tipos diferentes de aparatos para medir el grado de alcoholemia y que en los certificados no figura la firma de García. Dijo también que Rodas fue responsable por circular en bicicleta “a una velocidad menor de la mínima establecida” en la Panamericana. Para terminar, pidió al Tribunal que “no se deje llevar por sus pasiones ni por lo que pide la gente en la calle”.
El rechinar de las ruedas de un patrullero y el olor al gas pimienta marcaron el final de la jornada que terminó casi a las siete de la tarde, cuando García tuvo que retirarse escoltado por la Policía. Para esa hora apenas quedaban unos diez familiares de los casi cincuenta personas que lo habían esperado durante todo el día frente al Tribunal, ubicado frente a la estación de San Isidro. La misma cantidad de efectivos de la bonaerense armaron un corralito de escudos para que García pudiera subirse al patrullero sin ser alcanzado por la lluvia de huevos.
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