Historias de “chacales” que estremecieron a la Argentina y el mundo

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El caso de Cañuelas registra varios antecedentes similares en el país -algunos de ellos en localidades cercanas-, y en el mundo.

En 2012, un ex policía que entonces tenía 55 años fue detenido en Guernica, sospechado de violar a su hija desde que ella tenía apenas 6 y durante dos décadas. Producto de esos ultrajes la chica tuvo dos hijos y convivían con ellos dos sobrinas de 14 y 6 años. Con la sospecha de que el sujeto podía repetir los abusos con esos niños, la chica se atrevió a denunciarlo.

También en Guernica, hace 5 años fue detenido Oscar Roberto Enríquez, imputado de haber privado de su libertad a su mujer (24) durante siete años en una precaria vivienda. Durante el cautiverio tuvieron cuatro hijos. La mujer, llamada Sofía, pudo comunicarse mediante Facebook con su hermana, y gracias a las indicaciones que la víctima pudo darle a vecinos linderos mediante señas o gestos, que indicaban que estaba secuestrada, es que la Policía pudo llegar hasta ella.

En 2009, una mujer denunció en Mendoza que su padre la violó por más de veinte años y por esos abusos tuvo siete hijos. La madre de la joven y pareja del abusador le dijo a la Justicia que “más de una vez lo eché de la casa, pero mi hija era la que lo buscaba y lo hacía volver”.

el monstruo de austria

En 2008 la policía liberó a Elisabeth Fritzl del sótano de su padre, tras 24 años de encierro bajo la casa familiar de la localidad austríaca de Amstetten, en Baja Austria. Josef Fritzl engendró con ella siete hijos que a la vez eran sus nietos.

Tres de ellos pudieron compartir la vida en la superficie con Fritzl y su esposa, Rosemarie, a quien “el chacal” le dijo que eran hijos de Elisabeth. La mujer suponía que ella estaba en una secta. Los otros tres sobrevivientes, Kerstin, Stefan y Felix, que tenían 19, 17 y 5 años de edad cuando los liberaron, crecieron bajo tierra con Elisabeth en 18 metros cuadrados sin aire fresco ni luz natural. Al principio tampoco tenían ducha, ni calefacción.

Elisabeth tiene hoy 51 años y ya no usa el apellido Fritzl. Vive con sus seis hijos-hermanos en una localidad austriaca

 

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