“El cuerpo del niño se convierte en un objeto”

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Enfrentamos una situación de hipersexualización cuando los chicos están expuestos a experiencias que no son adecuadas a su nivel de madurez. Los parámetros de belleza, delgadez o la percepción del rostro que implica el maquillarse son experiencias que puede manejar una persona que ha consolidado su personalidad. En la hipersexualización está el horizonte de querer agradar, ser linda y atractiva a través de determinados acondicionamientos físicos que tienen que ver con la seducción del otro. Y el cuerpo -que para el niño es un instrumento para explorar el mundo, jugar o conectarse- de este modo se convierte en un objeto de culto, en objeto de exhibición. Así, los chicos se ven presionados a medir su valor por cuánto les gustan a los demás o cuán populares son. Es una carrera destinada a perder.

 

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