En el fútbol, los violentos siguen ganando

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Por EDUARDO TUCCI

Lamentablemente, los violentos siguen ganando el partido más dramático que debe enfrentar nuestro fútbol. La tragedia forma parte de una escenografía cotidiana, brutal, incalificable. Cuando nada ni nadie parece poder detener una escalada que no tiene límites, el terrible episodio del estadio de Córdoba no hizo más que volvernos a una realidad con formato de pesadilla.

Sin hinchas visitantes, con pretendidas restricciones para impedir el ingreso de los violentos instalando el derecho de admisión o mediante el armado de espectaculares operativos policiales se intentó poner freno a la locura. Pero poco y nada se ha logrado frente a un cuadro que se ha ido agravando con variantes que han incluido las peleas dentro de una misma hinchada, con igual saldo trágico que tenían los choques entre fanáticos de distintos equipos.

Los manejos de los barras dentro de los clubes, las peleas y la muerte se unen a los aprietes de los indeseables del fútbol a los protagonistas centrales -los jugadores- que es cosa de todos los días en cualquier categoría.

ESTADISTICAS PREOCUPANTES

Pero hay más: las estadísticas marcan que se produjeron 42 agresiones a árbitros y asistentes durante el año pasado. En definitiva, un cuadro general que obliga a un replanteo total de la situación que no admite más dilaciones.

Es más, las flamantes autoridades de la AFA deberían marcarse como prioridad absoluta encarar decididamente una problemática que afecta a todos, sin distinción de categorías.

Junto a las autoridades provinciales y nacionales están obligados a encontrar el camino que lleve a erradicar una situación insostenible.

La cifra de 318 muertos a raíz de episodios de violencia, revelada por la organización “Salvemos al Fútbol”, resulta más que elocuente para calificar la situación.

La Argentina es el país donde más episodios agresivos se han registrado en América Latina ya sea por choques entre hinchas o actividades vinculadas al deporte más popular.

La escalada de hechos graves fue creciendo en los últimos 30 años sin que las autoridades deportivas, la Justicia ni los gobiernos hayan podido encontrar soluciones.

Hace falta atacar con decisión el tema y esto no resulta novedoso, es más la reiteración del reclamo suena aburrida. La sensación de impunidad se extiende y la necesidad de acciones se torna imperiosa.

Lo ocurrido en el estadio cordobés nos devolvió imágenes que lamentablemente se han tornado habituales. Las situaciones anómalas pasaron a ser cosas de todos los días y lo más lamentable es que los violentos, por ahora, siguen imponiendo sus códigos. ¿Hasta cuando?

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