Una nueva cara de la política a las puertas del palacio del Elíseo

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Hace tres años Emmanuel Macron era prácticamente un desconocido. Ahora, este ex banquero de negocios, que no se considera de derecha ni de izquierda, podría convertirse con 39 años en el presidente más joven de la historia de Francia. De aspecto cuidado y grandes ambiciones, Macron se emancipó del mandatario Francois Hollande en agosto de 2016 tras desempeñarse durante dos años como su ministro de Economía, para concentrarse en construir su propio movimiento “¡En Marcha!”, cuyas siglas corresponden a sus iniciales.

“Francia no puede responder a los desafíos del siglo XXI con los mismos hombres y las mismas ideas”, dijo Macron en noviembre pasado al lanzar su candidatura, presentándose como una alternativa a los políticos tradicionales. Con ideas liberales que irritaban a sus pares socialistas, cuestiona los fundamentos de una izquierda francesa aún influenciada por una visión marxista de la economía, que ve con recelo al mundo empresarial. Su discurso, inspirado en el modelo escandinavo, seduce sobre todo a los jóvenes urbanos y al mundo de los negocios en un país en el que la mayoría de la población ya no confía en los partidos tradicionales. Aunque se presenta como un líder antisistema, sus detractores afirman que es un puro producto del sistema.

Formado en la Escuela Nacional de Administración (ENA), semillero de la élite política e intelectual francesa, comenzó su carrera meteórica como economista antes de aterrizar en el banco Rothschild, donde escaló rápidamente hasta ser nombrado socio gestor. Durante sus años como banquero ganó cerca de 2,4 millones de euros. Dejó el sector privado en 2012 para convertirse en uno de los asesores económicos de Hollande, antes de dar el gran salto al ministerio de Economía. Fue en esos años cuando germinó su ambición. Avezado músico (ganó premios como pianista en el conservatorio de Amiens) y lector de filosofía, se ganó un lugar en la prensa gala por la peculiar historia de amor que lo unió a su esposa, Brigitte Trogneux, antigua profesora suya en el instituto y 24 años mayor que él.

 
Es hora de renovar los rostros, dar seguridad a los franceses, liberar el trabajo, refundar la escuela para que cada uno pueda progresar y relanzar la construcción europea”

 

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