Incidentes en el paro contra la reforma laboral de Temer
Edición Impresa | 29 de Abril de 2017 | 02:34

RIO DE JANEIRO.- Las manifestaciones convocadas por las centrales sindicales en Río de Janeiro y San Pablo en apoyo a la huelga general realizada ayer en todo Brasil fueron interrumpidas por incendios de autobuses y violentos enfrentamientos entre grupos de encapuchados y la policía en el centro de esta ciudad.
Por su parte, la Policía Militar dispersó con gases lacrimógenos y balas de goma una manifestación que se citó en los alrededores de la residencia privada del presidente Michel Temer en San Pablo en uno de los últimos actos convocados con motivo de la huelga general que vivió ayer Brasil.
La casa de Temer, quien se encuentra en Brasilia con su familia, está ubicada en un exclusivo barrio de la capital paulista y fue aislada por un perímetro de unos 150 metros que impidió el acceso de los millares de manifestantes que se congregaron alrededor.
PIQUETES
Pese a que la mayoría de los manifestantes protestó pacíficamente en Cinelandia, una céntrica plaza que tradicionalmente sirve de palco a actos políticos, grupos pequeños de encapuchados le prendieron fuego a barricadas y al menos nueve autobuses en diferentes calles del centro de Río de Janeiro.
La Policía Militarizada utilizó gases lacrimógenos y gas pimienta para dispersar a los grupos más violentos, algunos de los cuales dañaron muebles, ventanales de sucursales bancarias y kioscos comerciales. El primer enfrentamiento se registró frente a la sede de la Asamblea Legislativa del Estado de Río de Janeiro, en donde estaba programada una primera concentración en apoyo al paro nacional.
Cuando la mayoría de los manifestantes se disponía a marchar hacia Cinelandia para sumarse a otra protesta, un grupo lanzó piedras y un cóctel molotov a los uniformados que custodiaban el edificio legislativo, que respondieron con gases lacrimógenos.
La respuesta policial dispersó a los manifestantes por diferentes calles de Río de Janeiro y en medio de la confusión grupos de encapuchados le prendieron fuego a los autobuses con que se toparon antes de llegar hasta Cinelandia.
Pese a los incidentes, dirigentes sindicales lograron reagrupar al grueso de los manifestantes para realizar la movilización pacífica que habían previsto.
Durante la jornada, al menos 16 personas fueron detenidas por participar en incidentes en San Pablo y destrozar mobiliario urbano.
La huelga nacional, la primera en Brasil en 20 años, impactó en el transporte público y cerró las escuelas en las grandes ciudades, pero no logró paralizar al país, como pretendían las centrales sindicales, que protestan contra las reformas al régimen laboral y al sistema de jubilaciones impulsadas por el Gobierno de Temer.
Las centrales cifraron la adhesión a la huelga en cerca de 40 millones de trabajadores, alrededor de 45 % de la fuerza laboral, mientras que, para el Gobierno, la convocatoria fue un “fracaso” con una adhesión “insignificante”.
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