“Toda la ciudad está muy convulsionada”

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En 46 años que lleva en Estocolmo, el periodista platense Carlos Garat dos veces percibió que esa sociedad calma y ordenada en la que vive estaba al borde de sucumbir: en febrero de 1986, cuando asesinaron, a la salida del cine, al primer ministro Olof Palme, y ayer, con el atentado cometido en pleno centro de la capital sueca. “Hay una gran consternación”, contó desde su casa, ya transitando la madrugada y todavía siguiendo las noticias sobre este nuevo golpe al país nórdico.

Garat acababa de volver del centro de Estocolmo cuando se enteró, en su departamento, sobre el atentado que ya dejaba muertos y varios heridos.

Lo primero que hizo el periodista jubilado de Radio Nacional de Suecia, que trabaja ahora de manera independiente, fue intentar hablar con cada uno de los integrantes de su familia. “La ciudad estaba convulsionada y costaba comunicarse. Los celulares no funcionaban bien, así que me costó un poco dar con todos. Pero por suerte a ninguno le pasó nada”. Casi de inmediato fue él quien recibió los llamados alarmados de su entorno platense, que pensó en él y en su familia apenas se conoció la noticia.

El atentado, que ocurrió a las tres de la tarde en la calle peatonal de Estocolmo -la Drottninggatan-, ganada por locales gastronómicos y de lo más concurrida, paralizó a toda la ciudad.

“Hubo personas que caminaron kilómetros porque el transporte público se interrumpió por completo y otras que, como una compañera de trabajo de mi mujer, tuvieron que quedarse a dormir en las casas de allegados porque no tenían cómo volver a las suyas”, relató.

 

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