David Lebón quiere tocar la guitarra todo el día
Edición Impresa | 10 de Junio de 2017 | 01:50

David Lebón, ilustre guitarra de bandas emblemáticas del rock nacional como Pescado Rabioso, Serú Girán y Pappo’s Blues, rompió el año pasado un silencio de siete años y volvió a las bateas con “Encuentro supremo”, el disco que le valió esta semana el primer Premio Gardel de sus 64 años.
Un disco con el sello blusero de siempre y que también mira hacia su propio pasado, con una versión de “Laura va” que grabó porque “más que un homenaje, tenía muchas ganas de cantar esa canción. Cuando yo llegué de Estados Unidos vi Almendra y me gustó muchísimo, y ‘Laura va’ me alucinó. Yo venía de escuchar mucho Beatles, Jimi Hendrix, Frank Zappa, pero eso acá todavía no se escuchaba. Pero si había una música que era increíble, que yo no sabia que existía hasta que escuche a Manal y Almendra”.
Aunque el rescate emotivo, avisa, no incluye una nostalgia que lo lleve a reunir a Serú Girán: “Yo dudo que haya alguna reunión, porque hacer algo que sea de Serú y que no está Moro... sería muy complicado darse vuelta y ver a otro baterista... Después, si me llaman y quieren tocar un rato, yo no tengo problema”, explica risueño.
MOMENTO DE TRANSICION
Con el nuevo disco y el galardón bajo el brazo llega esta noche a La Plata, para repasar los temas que se sumaron a su repertorio el año pasado y combinarlos con algunos viejos clásicos de su carrera.
Lebón siguió activo en esa década sin discos, y, de hecho, su intención nunca fue dejar de grabar. Solo que le tocó una etapa convulsionada para la música, en el medio de una transición entre el viejo modelo de discográficas y discos físicos hacia el nuevo, basado en lo digital, donde no quedaba en claro (todavía no lo está) de dónde provendrían las ganancias.
“Fue un momento donde se complicó todo, no se sabía en que formato iba a salir la música. Por eso se tardó mucho para volver a grabar, le pasó a todo el mundo, hasta a Divididos”, explica.
Lebón se produjo encuentro supremo con su habitual equipo y por su cuenta, y entregó el disco terminado a Sony, encargado de la distribución. “La música gana”, dice Lebón sobre este cambio de modelo. “Lo que pasa que siempre hay agujeros negros, hay vacíos que hay que esperar que se llenen”.
Ese vacío, dice, deben llenarlo también nuevas bandas. “Hay comida buena y comida... no muy buena. Yo trataría de que comamos comida buena si es posible”, dice sobre el panorama actual, al que, en los últimos Gardel, notó revitalizada: cuenta que Eruca Sativa “me voló la cabeza” y que “en el país hay un despelote barbaro, y dentro de ese despelote estamos nosotros, pero veo mucha fuerza”.
Lebón confía además que sintió que en esta entrega, a diferencia de años anteriores, “ganaron los que tenían que ganar”: “Normalmente gana lo popular, pero me dio la sensación que esta vez votaron a músicos que quizás no venden muchos discos pero que tocan muy bien”, tira.
EL PORVENIR
Una categoría en la que él se incluye. “A los 64 años ganar mi primer Gardel fue muy hermoso, pero tuve que aprender a tener paciencia”, dice entre risas.
El premio no es para Lebón el broche de oro de nada: al contrario, afirma que “fue una palmada en la espalda como diciendo ‘vamos, que todavía nos queda tiempo’”, y dice que no tiene planes de retiro. “Te pica el bicho de la música y hasta que no se te doblan los dedos o vas al ‘jonca’ no querés saber nada con abandonar. Es muy lindo”.
Enamorado de la música como siempre, y también de su vida de abuelo (“cuando veo a mi nieto lo único que puedo hacer es sonreír”), Lebón deja un consejo a las generaciones más jóvenes: “Hay que disfrutar, es muy hermoso vivir cuando amás tu trabajo. La cagad... es que cuando sos joven sos medio boludo, pero te vas enderezando con el tiempo: y está bien, también”.
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