“Yo le gané”

Edición Impresa

Por SERGIO SOIRIFMAN

Mi mente quedó perturbada por algunos segundos. La noticia me sacudió como un golpe de nocaut. Y, empecé a recordar el día que tuve un mano a mano con el Maestro del Golf. El 19 de noviembre de l987, en conmemoración del 105 aniversario de la fundación de La Plata, en los links del Club Estudiantes se realizó un torneo denominado “Yo le gané a Roberto De Vicenzo”. Y el señor Golf estuvo presente. El día anterior a su visita me designaron para cubrir semejante evento. No dejaba de ser un orgullo, para en aquel entonces un joven periodista. Venía, semanas anteriores de tener frente a frente, al para mí más grande deportista argentino, Juan Manuel Fangio. Ahora me tocaba otro “monstruo”, pero esta vez de un deporte menos popular. En aquel momento pensé: me dará “bola”. Tengo que lograrlo, me pidieron una nota extensa. Fue la más fácil que me había tocado hasta ese momento.

Recuerdo que llegó al Country a la hora señalada. Tenía por aquel entonces 64 años, se bajó del auto con una sonrisa que no achicaba ni al más tímido periodista. Aplausos, abrazos, algunas lágrimas de los más veteranos golfistas platenses. Lo llevaban de un lado para otro, cada uno quería estar cerca, sacarse una foto. Pobre hombre me decía para mi adentro. Y yo expectante. Dejé que pase el furor, esperé el momento adecuado para acercarme a saludarlo y decirle “Maestro soy del Diario EL DIA, necesitaría unos minutos a solas con usted”. La respuesta no tardó. “Cuando usted quiera y todo el tiempo que necesite, leo siempre EL DIA”. Que sencillez, que humildad, pensé en ese momento. Estuvo en el Country casi todo el día, presenció el torneo programado y después dio una clínica de golf, donde no pude esquivar un mal momento. Mi enorme grabador ya tenía toda su trayectoria, sus anécdotas, su vida. Me sentía feliz. “A ver usted periodista de EL DIA”, me dijo, “venga a hacer un tiro”. Quería que me tragara la tierra. Pero, cómo me iba a negar. Y, como había hecho con muchos chicos y no tanto, se puso atrás mío en pose de tiro. “Ahora, quiero un buen tiro suyo, me dijo”. No me quedaba otra. Todo el mundo mirando lo que hacía. Y arranqué un buen pedazo de pasto. Recuerdo que me palmeó y con una sonrisa me dijo “así se empieza, hay que practicar mucho”. Así era Roberto De Vicenzo, uno de los más grandes del deporte argentino.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE