Frustrado desentierro

Frustrado desentierro

Roberto G. Abrodos

En el acta de fundación de la ciudad de La Plata en una de sus partes finales dice:

”Quedó así definitivamente colocada la piedra fundamental de la ciudad de La Plata, y si las generaciones venideras quisieran en sus centenarios conmemorar este acto y constatar la existencia de este documento y objetos que le acompañan, deberán efectuar una excavación que partiendo del punto de la plaza…”   

Cuando La Plata cumplió su primer cincuentenario, el 19 de noviembre de 1932, se creó un ambiente en la ciudad a través de la opinión de entidades de bien público y de antiguos vecinos, y miembros de la comisión oficial del cincuentenario, para procederse, con motivo de este acontecimiento, a exhumar el acta original de la fundación de la capital de la Provincia para ser reproducida en un volumen que se preparaba conteniendo antecedentes históricos de la fundación y la figura del fundador, Dardo Rocha.

 

Esta sugestión tuvo en aquel entonces partidarios y opositores, tanto en esta capital como en la prensa metropolitana. Hubo un homenaje en el que la intendencia municipal ya había dispuesto y hasta iniciado los primeros trabajos de excavación para exhumar, no solo el acta, sino todo cuanto contenía la caja de plomo en cuyo interior había una redoma de cristal depositada bajo tierra (monedas, medallas, diarios manuscritos, etc.) a cierta profundidad en el centro mismo de la plaza de la Municipalidad, y que como es notorio, es el verdadero centro geográfico del ejido de La Plata.

Uno de los argumentos de mayor poder convincente que esgrimían los que propiciaban la exhumación del acta a cuyo frente actuaba el historiador doctor Ricardo Levene, director honorario del Archivo Histórico bonaerense, era el hecho notorio que durante muchos años en el centro de la plaza existía una gran fuente construida hacía más de veinte años y el temor era que se podrían haber producido filtraciones y ello era una razón decisiva para efectuar la exhumación, y no esperar, como opinaban, que debía esperarse a que transcurrieran otros cincuenta años tan sólo porque el acta original contiene el anhelo de las nuevas generaciones platenses de conmemorar más dignamente el acto histórico de la fundación de La Plata constatando la existencia del documento y demás objetos.

Un vespertino de la Capital Federal hizo a favor de la exhumación una breve campaña que llegó a convencer a no pocas autoridades provinciales por momentos inclinadas a hacerla efectiva.

Pero se observaba con razón que no podía asegurarse que se conservara todo intacto, a pesar de las muchas precauciones que se adoptaron aquel día al enterrarse la preciosa caja para resguardar contra los efectos del tiempo. Había un hecho que todos los viejos platenses conocen, y era el que más influía para propugnar la iniciativa de la exhumación.

 

Nada se oponía a la exhumación en 1932 ya que los propiciadores sostenían que después la caja, la redoma de cristal y todo su contenido volverían a dejarse tal cual estaban, sin creer que por ello se hubiese cometido herejía alguna con algo sagrado.

 

Lo cierto es que los trabajos que se habían iniciado el 19 de julio de 1932 fueron suspendidos por orden del intendente municipal interino doctor Marchisotti, por lo que con muy buen criterio se decidió lo que Dardo Rocha había querido y lo que en realidad era la opinión general de la ciudadanía platense: no tocar nada hasta el centenario el 19 de noviembre de 1982. 

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