“Nos tocó uno de los equipos más coperos del mundo”
Edición Impresa | 30 de Junio de 2017 | 05:20

Por MARTIN CABRERA
Luego del entrenamiento de su equipo, Carlos Leeb se va al cuarto que tiene en el predio de entrenamiento de Nacional Potosí. Prepara uno de los tantos mates diarios y atiende telefónicamente a este medio para hablar de los próximos partidos contra Estudiantes en la Copa Sudamericana, de su paso por el Pincha en los ‘90 y de la pelea con Julio Grondona que lo marginó del fútbol argentino por una década.
-¿Qué sentiste cuando en el sorteo de la Sudamericana les tocó Estudiantes?
-La p... madre (risas). Aunque en ese momento del sorteo se produjo un cimbronazo por la salida de Vivas y el episodio con el chico de la Reserva, Estudiantes es un equipo poderoso, que peleó el torneo hasta dónde pudo y con una participación en la Copa Libertadores de por medio. El otro día ví el partido contra Quilmes y me puso contento que se haya clasificado para la Copa del año que viene. Nos tocó uno de los equipos más coperos del mundo. Lo lindo es que voy a volver al país.
-¿Qué imaginás del partido?
-Muy difícil. Si hablamos de presupuesto no podemos ni competir. Encima llegarán a Bolivia con técnico nuevo y una dirigencia joven. Yo estoy siempre en contacto con las noticias del Pincha por Walter Aguilar, un muchacho que trabaja con nosotros y es de La Plata. Es ayudante mío y ya me acompañó en Banfield e Irán.
-¿Qué rival se va a encontrar Estudiantes?
-Es la segunda vez que estoy en este club. En 2012 lo salvamos del descenso y ahora con otras expectativas jugamos la Sudamericana. Este equipo históricamente peleaba el descenso y se comía de a siete goles de visitante. Por eso, como primera medida les cambiamos la cabeza a los jugadores. Nos clasificamos a esta copa y ahora planeamos sentarnos en la mesa de los protagonistas en el torneo que viene, como hicimos con Sport Boys en 2015, que fuimos campeones. Este torneo lo peleamos hasta dos fechas antes del final. Casi sin quererlo estamos ilusionados con el presente.
-¿Tiene apoyo económico Nacional Potosí?
-Todo depende de Wilfredo Cóndori, el presidente. El está en el rubro de la minería y es el que sustenta todo. Lo hace más por amor que por negocio. El presupuesto no es alto, pero es un club que cumple con todo lo prometido. El día que se canse Nacional desaparece...
-¿Cómo influye el tema de la altura?
-Nadie lo puede negar. Hay sectores de la ciudad que están a 4100 metros de altura. La cancha está por debajo de los 4 mil. Hay varios métodos para prepararse, pero no siempre dan resultados. En Sport Boys, que es de Santa Cruz de la Sierra, nos juntábamos tres o cuatro partidos en la altura y nos fue bien. Otros equipos prefieren venir sobre la hora. Ojo que así como se siente la altura, nuestros jugadores sufren jugar en el llano.
-¿Vos tardaste mucho en acostumbrarte?
-Ya ni me acuerdo, porque estuve dos veces aquí y también trabajé en Ayacucho. Igual no soy de salir a correr, creo que me moriría (se ríe).
-¿En su mayoría tienen un plantel boliviano?
-Sí. Trajimos al arquero Arístides, a un central paraguayo Ruíz y al mediocampista Aldo Paniagua. Argentinos estás Javier Sanguinetti y Cristian Alessandrini, que jugaron en el ascenso. El reciente refuerzo es brasileño Tiago Dos Santos, que lo estamos poniendo a punto por el tema de la altura. Seguramente un par más de incorporaciones realizaremos, pero siempre con el presupuesto que tenemos. Me gustaría traer a Cvitanich (risas).
-¿Te animás a dar un pronóstico?
-No, que pronóstico puedo hacer con un rival como Estudiantes. Ojalá que Matosas venga con los suplentes, je. En la ciudad hay una expectativa enorme por enfrentar a un rival argentino. Desde 2008 que no viene un equipo de la Argentina a la ciudad. Sport Huancayo fue un rival complicado, uno de los mejores equipos de Perú, pero no se puede comparar con Estudiantes de La Plata. Espero un partido duro y, aunque suene mal, buscaremos sacar ventaja con la altura. Son 11 jugadores contra 11 y todo puede pasar. Soy un tipo creyente y tengo mucha fe. Claro, después tenemos que ir a La Plata. Es complicado porque los bolivianos no tienen roce.
Carlos Leeb conoció a Estudiantes en los albores de la década del ‘90, época de recesión en el Club luego de los títulos en 1982/83. Con poco más de 20 años llegó a préstamo de Independiente y no tuvo demasiada suerte. Igual su recuerdo es el mejor.
-¿Qué te acordás?
-No fue muy largo mi paso por allá, pero tengo los mejores recuerdos. Me llevó (Humberto) Zuccarelli y (Oscar) Craviotto me hizo el enganche. Fui junto a Martín Vilallonga. Jugué entre 7 y 10 partidos. Había una linda banda. Salimos campeones de Reserva, con Martín Palermo y otros.
-Tiempos difíciles aquellos para Estudiantes...
-Sí, no había mucho dinero pero encontré un Club hermoso. Me lesioné al poco tiempo de llegar y me trataron de primera. Los caseros, no recuerdo sus nombres, me recibieron como si hubiese nacido allá. El Ruso Prátola, que Dios lo tenga en la gloria, era un fenómeno, igual que los hermanos Capria, Marcelo Yorno, Iribarren, el Cabezón Erbín... En esa época jugaban dos “veteranos”, Sergio Almirón y Hugo Noremberg. Estudiantes es una familia, de verdad.
-¿Lo conociste a Verón?
-Sí, claro. Era un pibe. Alguna vez compartimos una práctica. Estaba más en contacto con su papá, que había jugado con mi viejo. Hoy lo veo como un dirigente con futuro, pero no solo en Estudiantes sino en el fútbol argentino en general.
-¿Te imaginás dirigiendo otra vez en Argentina?
-Sí, claro, me encantaría. Lo que pasa es que llevo tanto tiempo afuera que la gente se olvidó. Es como que desaparecí del ambiente y mucho más porque no estuve en grandes ligas. Este partido contra Estudiantes me va a devolver de alguna manera a la órbita periodística.
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