La secundaria con salida laboral, una de las mayores deudas del sistema educativo
Edición Impresa | 16 de Julio de 2017 | 02:47

Por Carlos Altavista
Hace tiempo que terminar el secundario “de grande” dejó de ser exclusivamente la “asignatura pendiente” en la vida de personas mayores o la necesidad de un trabajador de contar con el diploma para adecuarse a las leyes laborales. “La población de los bachilleratos de adultos cambió 180 grados. Si no empiezan a ofrecer formación y certificación para el trabajo, se convertirán en las hermanitas perdidas del sistema”, sentencia la vicedirectora de la Secundaria 11, Diana Olivero. El “cartón” por sí mismo perdió sentido. La escuela con salida laboral “es una necesidad, más aún, es un derecho de los jóvenes”, añade la docente.
Antes de contar la experiencia (aislada) del establecimiento tolosano, que hoy forma para el trabajo pero no puede ofrecer el certificado correspondiente por esa falta de aggiornamiento del sistema, Olivero subraya que la disposición Nº 13 del 21 de agosto de 2013 posibilitó que se pueda ingresar a los bachilleratos de adultos desde los 15 años, lo cual “provocó un crecimiento y un cambio en la población, a punto tal que el término adultos ya quedó caduco. Pero lo grave es que quedaron caducos los planes de estudio”, enfatiza.
El Observatorio de Calidad Educativa bonaerense da cuenta, basándose en datos oficiales, de que en 2013 se inscribieron en La Plata 9.368 personas en bachilleratos de adultos, mientras que en 2014 lo hicieron 12.288 (un aumento del 31,16% y en ascenso). En toda la Provincia fueron 254.428 los estudiantes que se anotaron ese último año.
Los números hablan. Las edades también. El interés de un chico o chica de 15 ó 16 años que ingresa a un bachillerato de adultos no es el mismo del que empieza el secundario tradicional a los 12 ó 13.
“mil veces mejor”
“Trabajé en un kiosco, también vendiendo sandwiches en la calle. Un día me dijeron que la escuela tenía salida laboral y me interesó. Me encontré con la especialidad Acompañante terapéutico, con actividades en Idani (instituto de ayuda al niño irregular) desde primer año, y me gustó. Es mil veces mejor que el secundario que no te ofrece la posibilidad de un trabajo”, casi exclama Marianela Dibeni (17), alumna de 2º año de la Secundaria 11 en el nivel Adultos.
“Los chicos venían por el diploma. Ese que, a nivel laboral, no habilita más que para un trabajo no calificado. No tenían motivación. Entonces, el director Danilo Barreda propuso cambiar la currícula para ofrecerles un pasaje al trabajo”, recuerdan Fernando Casale e Ivana Gallego, profesores de las asignaturas especializadas de la orientación en Ciencias Sociales: El rol del acompañante terapéutico (1º año), Modos de intervención del acompañante terapéutico (2º) y Problemáticas de la salud en el rol del acompañante terapéutico (3º).
“Tienen una carga de cinco horas semanales y prácticas durante los tres años, cuando en los institutos privados esta carrera hoy tan demandada se cursa en uno. Sin embargo, aún estamos esperando que la dirección de Secundaria o la de Adultos certifiquen estos estudios. No necesitan hacer ningún cambio radical”, señala la vice Diana Olivero.
En la escuela de 24 y 526 remarcan que los bachilleratos de adultos se siguen manejando por la resolución 1121 del 2002, con una orientación en Ciencias Sociales, otra en Economía de las organizaciones y una caja curricular obsoleta. “Hasta que aquí se hizo el cambio puertas adentro, la materia especializada de Sociales tenía que ver con gerontología y la de Economía con gestión empresarial enfocada a grandes empresas. Nada más alejado de la realidad que rodea a los jóvenes”, puntualizan.
Ahora, la asignatura especializada de Economía es Diseño y gestión de microemprendimientos. Su responsable, el profesor Jorge Oderiz, hace notar que “en otras épocas el secundario te encuadraba, te orientaba. Salías técnico y estabas capacitado para trabajar en una empresa, o perito mercantil y podías ocuparte de la parte comercial de una organización, o bachiller a secas y seguías la universidad. Ahora el secundario (común) tiene un montón de orientaciones que no responden al mercado laboral real, y además el diploma no te habilita para trabajar en el área para la cual supuestamente te forma. Hace poco, la secretaría de Inspección de Berisso estuvo meses buscando un profesor para el curso de Dulces y conservas que dicta un centro de formación profesional y no conseguía. Acá formamos tres años a los chicos en esa y otras alternativas emprendedoras, pero si no tienen la certificación que los habilite no pueden ejercer. Y es un trabajo bien pago”, asegura.
escuela y trabajo, divorciados
La experiencia de la Secundaria 11 es un llamado de atención sobre la estructura del sistema educativo.
El director del Observatorio de Calidad Educativa, Luciano Sanguinetti, considera que “la educación de adultos requiere de actualizaciones. Ya no alcanza con que aquellos que no han logrado terminar el secundario lo hagan, también es clave que en ese proceso puedan incorporar algún tipo de competencia laboral, aprendan un oficio, desarrollen habilidades que luego mejorarán sus posibilidades de encontrar trabajo o de buscar otro mejor si lo tienen. Es clave que la dimensión laboral se incluya en la currícula y en las ofertas de formación. No sólo dentro de los espacios áulicos sino mediante acuerdos con empresas o universidades a través de los cuales, los jóvenes y adultos, adquieran nuevas competencias. Hay ejemplos como la Escuela de Oficios de la UNLP que podrían redundar en grandes beneficios. Los sistemas que no se abren a nuevas oportunidades, envejecen y se agotan”, asevera.
La rectora del Colegio Nacional, Ana María García Munitis, destaca que “los jóvenes conforman un universo muy heterogéneo en un contexto de complejidad social y cultural creciente. Su paso por la escuela secundaria debe otorgar no sólo las credenciales educativas pertinentes, sino contribuir a la construcción de su subjetividad. Cada época histórica, cada modo de definir las relaciones entre los ciudadanos y el Estado, implica un modo de producción de subjetividad. Esta cuestión que no es nada simple, nos remite a pensar en los modos en los que la escuela interviene y favorece estos procesos individuales y colectivos. Aquí cobra sentido el término educación en su sentido más amplio y cómo se plantean no sólo contenidos científicos de enseñanza sino otros, quizás más ligados a la experiencia de vida. En este sentido, las escuelas con orientaciones técnicas o profesionales que otorgaran un título que habilitara para el mundo del trabajo deberían ser una posible opción”, comenta la docente, quien en conjunto con Ingeniería está por incorporar un bachillerato técnico a la institución de 1 y 49.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE