El homenaje a Favaloro, un estímulo para rescatar un más eficaz sistema de salud

El homenaje rendido en el Senado provincial al doctor René Favaloro, al cumplirse en estos días 50 años del primer by-pass realizado por el recordado cirujano platense, habilitándose en esa ocasión la muestra “La voz del corazón”, no sólo hace justicia con una eminencia médica y con una vida ejemplar, austera y democrática, sino que, tal como se destacó en el acto, exalta la acción de un hombre excepcional, que vio en la salud uno de los principales derechos humanos y que bregó en forma incansable por consolidar los sistemas sanitarios en beneficio de toda la población.

Formado en las mejores aulas humanísticas del Colegio Nacional y de la Universidad de La Plata, despojado de toda ambición que no fuera la de capacitarse como profesional y ciudadano, Favaloro fue también una de las personalidades intelectuales que más luchó para que se consolidara la educación, proyectándola como la principal y más inclusiva herramienta del progreso social.

Tal como se puso de relieve, se acaban de cumplir los 50 años de la realización del primer by pass aorto coronario, una técnica quirúrgica creada por Favaloro, que cada día salva vidas en todo el mundo. Su aporte científico al conocimiento en el ámbito de la salud fue uno de los más significativos en el siglo veinte, pero también lo fue su continua prédica intelectual, en la que expresó conceptos tales como “hay que fabricar un mundo nuevo en el que se dé valor a las cosas del espíritu” o “lo que más me enseñaron mis padres es que nada se consigue sin esfuerzo”.

Si en el mismo momento de su final, fue compartida la impresión de que esa muerte había sido un llamado de atención –el último, el más desgarrador y testimonial- acerca del colapso de la salud, los años transcurridos y las experiencias acumuladas desde entonces no permiten concluir que sea mucho lo que ha cambiado a diez desde aquel golpe emocional.

El estado de quebranto de muchos establecimientos privados, el achicamiento y la pérdida de excelencia de muchas prestaciones, la trama de endeudamientos y deficiencias crónicas que debilitan a los hospitales públicos y que ponen en riesgo la atención cotidiana de miles de personas, presentan con crudeza el panorama deficitario del sistema de salud.

No hay vez en que algunas notas evocativas emitidas por TV o publicadas en los medios gráficos no sobresalga el énfasis con que el doctor Favaloro exalta la inmensa tarea asistencial que eficazmente desarrollaban, más de medio siglo atrás, no sólo los hospitales públicos sino las pequeñas unidades sanitarias, cumpliendo así el Estado con el deber de brindar confiables prestaciones de salud en todos los niveles.

Con su vida y su ejemplo, el profesional dejó en claro que debe haber un fuerte compromiso de todos los actores del sistema –entre ellos, de la dirigencia política en primer lugar- para sanear el sistema de salud, modernizando los criterios de administración y utilizando de una manera más racional los recursos que se destinan a la salud.

Tal como dijo en esta columna, el dolido recuerdo de la trágica determinación de Favaloro debe servir para enarbolar su figura como un modelo de esfuerzo, de conducta ética, de permanente búsqueda de la excelencia y de servicio a la comunidad. En tiempos de crisis como los que vive el sistema médico, la memoria de aquellos valores puede ser un aporte relevante.