Malograda boda

por Roberto G. Abrodos

Roberto G. Abrodos

Hace más de treinta y cinco años, en el mes de octubre se publicitó un episodio que dio para los comentarios más diversos, algunos dicen conocer a las personas, otros aseguran haber estado en el lugar, otros dicen que el hecho fue para tapar otras cosas o desviar la atención a través del diario y que no sucedió.

Lo cierto es que un matrimonio se había consumado en el registro civil, más precisamente un jueves, sin duda para la ley la ceremonia más importante, desde el punto de vista jurídico el matrimonio en aquel tiempo era la unión de dos contrayentes de conformidad a las normas civiles. El acto matrimonial prestado ante un funcionario público que da fe, ante la pregunta si se aceptan como matrimonio. El acto queda registrado en un acta, que acredita la realización del mismo. Después vino el arroz y la foto con la libreta, las felicitaciones y allí termina esta parte.

Para la novia el más importante es el acto en la iglesia, allí entra acompañada generalmente por su padre y luce su vestido y el novio la espera en el altar. En principio todo funciona así, algunos afirman que la boda fue en San Ponciano otros manifiestan que allí no fue, la entrada de los futuros cónyuges se realizó sin contratiempos, nadie podía imaginar lo que después sucedería.

La marcha nupcial y el lento tránsito hasta donde el novio la esperaba. Las palabras del oficiante siguiendo el protocolo nupcial y ante la pregunta la novia respondió con el acostumbrado “si quiero”, pero la respuesta del novio para la misma interrogación ante el estupor general fue un “no” rotundo, el sacerdote formuló nuevamente la pregunta por si no se había escuchado bien, la respuesta fue negativa.

El murmullo crecía en la adornada y repleta iglesia, el cura insistió y el novio acaloradamente en otro tono replicó “no”, el cura entonces increpó al novio diciéndole si no creía “que era un poco tarde para darse cuenta de que no quería casarse con su prometida” y la razón que los acontecimientos llegaran a tal extremo, a lo que el novio le contestó con un “voy a explicar por qué”. Y a continuación tomó el micrófono, y dirigiéndose a los presentes, explicó que se negaba a casarse dado que quien iba a ser su esposa ante Dios y que ya lo era ante la ley, lo había engañado con el padrino de la boda.

 

La madre de la novia gritó entonces “no,  eso es mentira” a lo que el joven contestó: “Señora, dan fe de mi acusación los señores tal y tal” que se hallaban en la primera fila, de allí en más la novia estalló en una crisis nerviosa agarrándose a golpes con la hermana de su frustrado prometido y el padre de la muchacha se lanzó sobre el novio a trompadas. La imagen general era un bochorno, pero la violencia no llegó a mayores gracias a la intervención del cura y de algunos presentes.

¿Pero cómo se llegó a esto?, todo sucedió después del acto civil, donde un amigo del novio lo alertó de la infidelidad de la novia, con fundamentos precisos para avisar al futuro esposo, según transcendió el amigo aseguró que la novia lo engañaba con su mejor amigo, indicando que podría demostrarle ese mismo día, dónde y con quién lo hacía.  Es así que poco después, los dos jóvenes junto a un tercero,  partieron en automóvil hacia la zona norte de las afueras de La Plata, donde se encuentra un hotel alojamiento de los denominados transitorios, con una cámara fotográfica. Una vez en el hotel señalado por el amigo que denunciara el engaño, los tres aguardaron la salida de la pareja, tomándoles varias fotos, en el instante preciso en que abandonaban el lugar, sin ser vistos por los infieles, acto seguido el novio y sus amigos fueron al estudio de un escribano, donde labraron una constatación con la denuncia del novio y los dos testigos, y la constancia de que el engaño podría evidenciarse por medio de las imágenes tomadas, asimismo según trascendidos un abogado habría asesorado al novio sobre los pasos a seguir para lograr la nulidad del casamiento legal y poder luego iniciar un juicio por  adulterio. Así fue que el joven decidió concurrir al oficio religioso dejando que todo siguiera su curso, aunque alertando a su familia para que no concurriera, que fue lo que más llamó la atención a muchos de los que asistieron.

Para hacer más escandaloso el enfrentamiento, pero que no pudo confirmarse, la versión indicaba que la novia habría fugado con el padrino luego del escándalo a Chascomús, para esconderse en casa de unos parientes.

Esto aconteció en La Plata hace más de tres décadas, ¿es inverosímil pensar que sucedió? yo creo que no, lógicamente dada la sociedad de aquella época, la vergüenza para las partes implicadas en una comunidad, por entonces más apegada a las tradiciones, hizo que se negara el episodio.

 

 

 

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