Tocó el timbre, dijo que era el portero y se llevó $ 33 mil
Edición Impresa | 9 de Agosto de 2017 | 02:07

Un violento robo en un departamento de 1 entre 61 y 62 volvió a encender el alerta en ese barrio de la ciudad. El de ayer fue un hecho que empezó con la audacia de un oportunista y que continuó con la violencia de un delincuente ambicioso.
Cerca de las 10 de la mañana, un asaltante pasó por esa cuadra y vio una chance clara. Según contaron en el lugar, la puerta de entrada al edificio “estaba mal cerrada”.
Esa situación sostiene la hipótesis de que el ladrón se decidió ahí mismo a cometer el robo, en lugar de tenerlo planificado de antemano. Y que después tuvo que improvisar sus pasos siguientes para lograr entrar en un departamento. Para actuar eligió el segundo piso.
En ese sentido, hubo quienes dijeron que el intruso “se hizo pasar por el portero” del PH cuando llamó a la puerta de la que terminó siendo la víctima.
La mujer, identificada oficialmente como Dora Coliman Aravena (57), denunció que ella estaba en su departamento cuando tocaron el timbre, preguntó quién era y no sospechó al escuchar que le respondieron “el portero”.
Al abrir la puerta se coló el delincuente, dando arranque de este modo a un episodio que, a decir de algunos voceros, tuvo pasajes de violencia.
El intruso, que no habría exhibido armas, se empecinó en reclamar dinero, en vez de electrodomésticos u objetos valiosos. De ahí que se cree que no contaba con ningún vehículo en el que escapar y que no tenía cómplices.
“También buscó pasar desapercibido cuando se iba de ahí”, completó un investigador.
De acuerdo con uno de los informantes, el ladrón le habría atado las manos a la víctima, aunque esta versión no fue oficialmente confirmada.
También se desconoce cuánto tiempo permaneció el sujeto dentro del domicilio. Lo concreto es que escapó de allí llevándose 33.500 pesos y un teléfono celular de marca Sansung.
El episodio contó con la intervención policial correspondiente. Del intruso no hay rastros por el momento.
Fueron varios los robos en departamentos de ese barrio y en el Centro que se registraron en el último tiempo, aunque con distintas modalidades. Un caso cercano pasó en 2 entre 64 y 65, a mediados de junio.
Por entonces desvalijaron dos departamentos cuando sus dueños se habían ausentado por unas horas, ambos en el mismo piso y tras violentar sus puertas. El panorama era de viviendas revueltas y de algunos faltantes.
Hace dos semanas se dio uno de los antecedentes más recientes. Un lunes a la madrugada, varios delincuentes llegaron hasta 59 entre 8 y 9 con el objetivo de registrar dos viviendas del séptimo piso. En su plan, los ladrones no necesitaron forzar la puerta principal. De ahí la sospecha de que habrían usado una tarjeta plástica. Diferente fue cómo procedieron en los departamentos, cuyas puertas las destruyeron.
Calcados parecieron dos casos más ocurridos en sectores todavía más céntricos. Uno fue en un edificio de 56 entre 5 y 6, donde se metieron en tres viviendas de estudiantes del interior de la provincia que se habían ido a sus ciudades por las vacaciones de invierno.
Allí la puerta de calle estaba intacta, pero las de los departamentos, forzadas. El mismo paisaje fue con el que se toparon, siempre en julio, en un edificio de 53 entre 2 y 3, donde les robaron plata y pertenencias a dos familias, entre ellas la de un fiscal de Quilmes.
De esa manera ya se cometieron toda clase de robos en casas: dos de ellos lo sufrieron importantes funcionarios judiciales de la ciudad.
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