Mapuches

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

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Los estudiosos dicen que los nacionalismos nacieron en el siglo XIII, pero que mucho antes se inició la peripecia de esos pueblos de fuerte personalidad, pero sin autoridad ni organización. Las etnias desde siempre se habían diseminado y habían insinuado una forma primitiva de orden y convivencia. En América también. Pero el colonialismo como se sabe se llevó la riqueza y la identidad y dejó a esos pueblos saqueados sin posesiones ni pertenencias. Y ahora no hay certeza sino hipótesis sobre quiénes llegaron primero a ocupar la tierra. La aparición de los mapuches se pierde, según los estudiosos que rastrearon sus orígenes, en el fondo de los tiempos. La desaparición del artesano Santiago Maldonado ha expuesto, además de un horror ya conocido, un ancestral reclamo. Los mapuches pretenden con su lucha que Chile y Argentina le devuelvan lo que ellos creen que les pertenece. El tema, vasto y delicado, suscita más preguntas que respuestas.

¿Hay pueblos antiguos que pueden auto proclamarse dueños de la tierra? ¿La ocupación da posesión perpetua? Lo que surge al menos detrás de esta desaparición es una pregunta inicial: ¿qué pueblo tiene derechos adquiridos para presentarse como dueño en un mundo sin fechas ni comienzos probados? Antes de ellos, ¿quiénes estaban? ¿No había nadie? ¿En nombre de qué o quiénes los mapuches de hoy se creen únicos dueños de ese territorio? De los terrenos de antes, de los de ahora y de los del futuro. La Constitución del ´94 los identificó. Pero la cosa va más allá. El Isis también reclama hoy con extrema crueldad por tierras de Andalucía que siglos atrás ocuparon durante largo tiempo sus antepasados. La idea del origen pasa a ser más un tema filosófico y antropológico qué político. Los documentos existentes no aportan elementos fehacientes que permitan decir con alguna propiedad que los mapuches estuvieron siempre allí y que los que llegaron, antes y después, le deben concederles título de propiedad definitivo a esa etnia.

Todo empezó a partir de algo. Sólo el universo parece haber nacido de una explosión colosal que desde la nada trajo vida y estruendo. Después, todo fue evolución. Siempre hubo algo antes. Algunos por eso podrían reclamar ser antepasados de los que se titulan originarios. ¿Y eso les da derecho? En un poema dedicado al Ajedrez, Jorge Luis Borges reflexiona y pregunta: “Dios mueve al jugador/ y éste, la pieza./ ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza/hecha de polvo y tiempo y sueño y agonía?”. Acude a la alegoría para cuestionar no sólo la fugacidad del poder (siempre hay alguien arriba que da la orden a los que mandan) sino también el libre albedrío, la creación y los borrosos e improbables orígenes

Es decir, antes de los mapuches ¿quiénes estaban y “empezaron la trama” de su existencia? Y antes de ellos ¿quién movía las piezas? Y antes y más antes… Borges desde el ajedrez conjetura sobre un ayer sin evidencias ni mandos absolutos, un ayer con un sólo dueño: el polvo, el tiempo, el sueño y la agonía.

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