La excepción y la regla
Edición Impresa | 10 de Septiembre de 2017 | 01:56

A veces da la impresión de que en La Plata los semáforos causan el efecto contrario a su función: desordenan el tránsito. Esto no debería sorprender si se tiene en cuenta que durante décadas lo que tendría que haber sido la excepción se convirtió en la regla: a contramano de las corrientes urbanistas modernas, se instalaron semáforos a mansalva. Ello pese a que en cualquier planificación vial que se precie estos equipos deberían considerarse el último recurso para ordenar el tráfico, porque entorpecen el discurrir vehicular. En nuestra ciudad, en cambio, los colocaron muchas veces sin más criterio que un pedido vecinal o un siniestro vial, sin cumplir los requisitos técnicos mínimos. Hoy son casi 400. Y parecen estar siempre en rojo.
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