Un patrullero custodia el Jardín de 7 y 63 donde denunciaron abusos

Mermó la asistencia de los alumnos y apostaron el móvil para evitar nuevos episodios de violencia

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Pasó el enorme revuelo que el lunes se formó en el Jardín Nº 901 “Manuel Belgrano”, situado en 7 entre 62 y 63, por un docente de Educación física señalado como autor de presuntos abusos sexuales contra los niños que asisten a esa entidad. Ayer la situación fue de más calma y no se vivieron los mismos pasajes de tensión que se habían suscitado el día anterior.

El panorama, de todas maneras, no fue el de siempre. Según trascendió, la asistencia de los alumnos mermó bastante en la jornada del martes.

¿El motivo? “Muchos padres están preocupados, tienen miedo o están esperando a que se aclare la situación”, señalaron voceros del caso.

La menor concurrencia de chicos a la entidad se notó en los horarios pico, de entrada y salida en la mañana y la tarde.

Otro aspecto diferente, y que habla de cómo se vive la situación en esa comunidad, fue que un patrullero con al menos un policía estuvo en la puerta del jardín, destinado como personal de custodia.

“Fue para prevenir que vuelvan a ocurrir agresiones contra el personal que trabaja en la institución, como hubo el lunes”, explicaron los informantes.

De todas maneras, no se habrían registrado incidentes.

denuncias y tension

La semana pasada, dos padres de alumnos de esa entidad denunciaron que un profesor de educación física habría cometido abusos sexuales en el horario lectivo.

El resultado, por el momento, es que el docente sospechado fue separado de su cargo, mientras que la maestra del grupo, la preceptora y la directora de la institución quedaron bajo la lupa.

La situación se disparó el viernes cuando la jornada escolar terminaba. Una nena le contó a su mamá los supuestos juegos perversos que un profesor les hacía hacer. Hablaron de que “les bajaba los pantalones a los chicos que perdían en un juego, y que los amenazaba con colgarlos de un alambre”, explicó Miguel, padre de un nene de cuatro años.

Aquel mismo día, en el Gabinete de Delitos Especializados de la DDI se recibieron dos denuncias penales que daban cuenta de los aparentes ataques, siempre con el mismo profesor, de 35 años, como responsable.

Sin embargo, los casos que circularon fueron más. Mediante grupos de mensajería y en las redes, la indignación y las dudas fueron en aumento a medida que se sospechaba de que las víctimas habrían sido más, sin distinción entre varones o nenas.

Pasó el fin de semana y la incertidumbre creció. De ahí que el lunes a la mañana se suscitó una importante convocatoria de padres en las puertas del jardín. Unas 70 personas llegaron para escuchar respuestas y reclamar acciones inmediatas.

El ambiente fue totalmente tenso porque algunos estaban desencajados. Se vivió un “clima tenso, las discusiones y algunas situaciones feas, con forcejeos”, denunció Miguel, que estuvo presente. “No se pudo dar el diálogo que hubiéramos querido, para explicar cómo procedemos”, agregó Silvia Cardarelli, jefa de Inspectores de la Región Educativa 1.

La Policía tuvo que intervenir en el episodio porque había bronca contra la directora y la preceptora: les reclamaron una aparente inacción. “Se las tuvieron que llevar en un patrullero porque temían por su integridad. Pero nunca temieron por la de nuestros hijos”, disparó Miguel.

El docente sospechado fue alejado de su cargo pero no fue detenido. Los padres denuncian que se mudó de su domicilio.

 

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